Le pedí al empresario que habláramos de las cosas buenas que el gobierno ha logrado en el país y que no habláramos de la…

Carajo. El Presidente se había enredado en sus propias palabras y se mordió la lengua.

Estaba por decir lo que no podía decir: que le había dicho a un prominente empresario que no quería que se hablara de la corrupción. Para desmentir eso precisamente había pedido esta entrevista y él solo se había puesto el trampolín y la alberca con el lodo.

Pero la entrevistadora, que para eso estaba ahí, lo salvó:

—Entonces no le dijo a nadie nunca que no hablaran nada de la corrupción —afirmó ella.

—Algo así —dijo el Presidente.

Fue en ese momento en que la señorita Cristina Gómez, la nana de la familia presidencial, que miraba desde un rinconcito de la gran sala de juntas la entrevista, chasqueó la lengua y se dijo:

—No pus no. Los burgueses nunca van a salvar a la Patria. Tienen demasiado en juego si se cae el sistema corrupto. Su prestigio. Su dinerito. Sus cositas propias.

Ya en la gran cocina presidencial, la nana Cristina se sirvió un coñac Napoleón y luego de menearlo en la copa coñaquera, para abrir su bouquet, se dijo a sí misma:

—Y no saben servir a otros. Demasiado orgullosos los condenados. Pero lo peor es esto: que quieren su omelet, pero no se atreven a romper ni un huevo.

Así que decidió romper los huevos para el omelet ella sola. Entró al dormitorio de la Primera Dama y hurtó de los cajones de su escritorio lo que debía.

Diez minutos después, sus tenis Nike se apresuraron por el vestíbulo del palacio presidencial y en el estacionamiento abordaron la limusina.

—Llévame al mercado —le dijo al chofer uniformado.

—¿A las diez de la noche?

—Tú, llévame, Pepe.

Bajó al asfalto con su bolsa de mandado de plásticos tricolores trenzados bien llena del hurto y tocó el timbre del nuevo Fiscal Anticorrupción.

2.

La nana fue extrayendo de la bolsa del mandado, y colocando en el escritorio del fiscal Emilio Álvarez Icaza, las 17 libretas de tapas negras, llenas de apuntes de la mano de su patrona, la Primera Dama.

—Ahí está todo el robo a la Patria —dijo la nana Cristina.

—Ah, no —se corrigió. —Espérate, fiscal.

Buscó en su delantal y sacó una libreta un poco más pequeña, de tapas rojas. La colocó al centro de las libretas negras.

—Estas son las claves.

El fiscal hojeó la libretita roja. Por fortuna, la Primera Dama no estaba entrenada por el Mosad, y sus claves eran adivinables.

OHL era la constructora española OHL.

Obdcht era la constructora brasileña Odebrecht.

El signo menos (-) eran gastos.

El signo más (+) eran entradas o, más precisamente: sobornos. Muy cuantiosos y abundantes.

Igual de adivinables eran los nombres de los ministros ladrones del Presidente Alí. Aparecían con las siglas de sus nombres.

La letra A era el aeropuerto nacional que construía en las afueras de la capital OHL.

Gas era gasoducto que construía Odebrecht.

TMQ era tren de México a Querétaro.

CB era casa blanca que le había dado OHL al Presidente un día antes de asumir su cargo.

17 libretas escritas con letra apretada sumando miles de millones de dólares de sobornos.

—Bendita Primera Dama —dijo el fiscal. —Por fin tenemos el eslabón siempre faltante cuando hablamos de la corrupción: los números, los rubros, las fechas, los nombres.

Alzó en el aire la libretita roja.

3.

La Primera Dama de inmediato dijo que las agendas de tapas negras no eran suyas ni esa letra que las llenaba era la propia.

Acto seguido, demandó a doña Cristina por hurto de 17 agendas Moleskin y abandono de trabajo irresponsable.

Y por fin le hizo un emotivo llamamiento por televisión.

—Te abrí las puertas de mi casa, Cristina, y ni siquiera te conozco. Te robaste unas libretas que nunca existieron y además tú fuiste socia de las ganancias. Esos tenis que usas con tal presunción nos los dio Marcelo Odebrecht, a quien nunca he conocido. Te ofrezco subirte mil pesos al mes tu salario, más el Premio Nacional de Artes Autóctonas, si te suicidas. Las niñas te extrañan… Los gatos del palacio presidencial lloran tu ausencia…

La entrevistadora parpadeaba con cada frase. Era la mejor entrevista de su vida y ni siquiera había formulado la primera pregunta.

Cristina, que había tenido que fugarse a la clandestinidad para evitar ser asesinada por los servicios de seguridad, se conmovió mirando a su patrona sufrir en la pantalla.

—Sí me regaló los tenis —murmuró. —Y sí, me saludaba bien bonito, bueno: a veces.

4.

En el primer careo con la nana Cristina, el Presidente Alí Babá se mostró sereno.

La fecha coincidía con el de su quinto informe presidencial, y ya que había presentes en el recinto del fiscal cámaras y micrófonos en cadena nacional, aprovechó para hablar de la exitosa y benéfica reforma educativa.

Las manos esposadas sobre la mesa de madera, el cabello engominado, la corbata verde, la banda presidencial terciada al pecho, bajo el traje negro, su voz era firme y suave mientras leía de un teleprompter.

El fiscal lo interrumpió para preguntar:

—Volviendo a los crímenes de los que se le acusa: ¿en qué fecha recibió el primer soborno de OHL?

El Presidente respondió:

—Tiene tres pilares esta gran revolución cultural. Aprender a aprender. Sentarse muy derecho en los pupitres. Tercer pilar: aprender con honestidad el doble lenguaje de la corrupción.

Fiscal anticorrupción:

—Cobró usted 7 millones de dólares a OHL, que le fueron entregados en la forma de una casa blanca, y le dio a ganar a OHL 17 mil millones de dólares. ¿Qué no sabe aritmética, Alí? Es muy poco a cambio de tanto.

—No —se rió el Presidente Alí. —Yo les vendía lo que no era mío. Por eso era negocio. Acá la aritmética no cuenta, señor Fiscal.

5.

Una nota pedagógica.

Como el lector y la lectora saben de sobra, esta historia, que enaltece a todos los mexicanos de nuestra generación, no habría sido posible si en ella faltaran dos eventos.

Uno. El valor y el ánimo de servicio de la nana Cristina.

Y dos. La huelga nacional que el 15 de septiembre del año 2017 paralizó al país y exigió al Presidente Alí Babá que supliera a su fiscal Corrupto por un nuevo Fiscal Anticorrupción, honesto y capaz.

Honor a los héroes que nos han dado una Patria honesta.

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