El jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, está en proceso de sellar un acuerdo que le permitirá eslabonar un amarre en tres campos: dejar solo al dirigente panista Ricardo Anaya en su obsesión de ser candidato presidencial; postularse por la vía del PRD, y consolidar una coalición PRD-PAN-MC en la capital del país para enfrentar a Morena.

Sin embargo, como en política se toma y se cede, indicios disponibles sugieren que el señor Mancera tendrá que renunciar a colocar en la candidatura para sucederlo al personaje que le es más cercano, Alejandra Barrales, cuya postulación ha entrado en el limbo no sólo por presiones de la coalición en ciernes, sino por “fuego amigo” desde el partido que formalmente lidera, el PRD.

Este Frente capitalino, que será anunciado en las próximas semanas si no hay sorpresas de última hora, atraerá el riesgo de una ruptura entre la jerarquía nacional panista, que domina el citado señor Anaya, y la de la capital del país, que ostentan Jorge Romero y Mauricio Tabe. Pero si se impone el pragmatismo, puede anticipar acuerdos estatales y regionales para un Frente que a nivel país habrá sido incompetente para encontrar una candidatura ciudadana de consenso, por encima de los robustos egos predominantes en las nomenklaturas partidistas.

Un polo así definido con el PRD a la cabeza, y con Morena de Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum en la acera de enfrente, dejará solo pendiente la fórmula que impulsará el PRI para jefe de Gobierno, que según fuentes consultadas se resolverá en favor de Enrique de la Madrid, secretario federal de Turismo, hijo del fallecido (2012) ex presidente Miguel de la Madrid (1982-1988) y frustrado aspirante a la postulación presidencial por su partido.

A nadie debe impresionar demasiado que el Frente falle en lo nacional y avance en lo capitalino. Todos los actores implicados saben que el PAN viviría un desastre en caso de ir solo a las urnas en la ciudad de México. En 2015 conquistó con holgura las delegaciones de Miguel Hidalgo y Benito Juárez, pero en esta oportunidad esos márgenes se estrecharán notablemente, según encuestas disponibles. Mucho menos puede decirse de Movimiento Ciudadano, dirigido por Dante Delgado, que en los pasados comicios locales ocupó un lejano cuarto lugar, en el mejor de los casos, en la mayor parte de las delegaciones. Aunque en otras como Miguel Hidalgo o Cuajimalpa, apenas levantó unos cientos de sufragios, por lo que quizá ni sus representantes votaron en su favor.

Ayer se oficializó ya que Mancera concretó al interior del PRD el respaldo de las principales facciones y personalidades del partido, incluso dos gobernadores (Silvano Aureoles y Graco Ramírez) que habían buscado la candidatura perredista. El acto anticipa que el jefe de Gobierno, que se separará del cargo el viernes, peleará por Los Pinos en una ruta propia, que lo dotará a él y su partido de un margen de maniobra que nunca tendría a la sombra del señor Anaya.

En ese mismo acto estuvieron representantes de las corrientes principales del PRD en la capital, en particular los Chuchos Ortega y Zambrano; Guadalupe Acosta Naranjo, que se distanció de éstos para crear Los Galileos. Y también Héctor Serrano, ex funcionario del gobierno Mancera, desde donde usó dineros y poder públicos para formar Vanguardia Progresista, lo que suena a mal chiste por tratarse de un fenómeno del todo regresivo en la política de la ciudad.

Serrano dispone de un respaldo político en la ciudad que se deteriora aceleradamente, lo que en las semanas recientes se ha reflejado en la virtual parálisis de la Asamblea capitalina, debido a que las distintas bancadas (incluida la de Morena) se han ido sacudiendo el modelo de intimidación-cooptación que logró imponer por más de dos años el ex secretario de Gobierno.

El señor Serrano ha logrado entrar en complicidad con otras corrientes, notablemente Nueva Izquierda (Chuchos), para impedir que Alejandra Barrales, una antigua rival, sea la candidata de la nueva alianza partidista. Así quedó reflejado ayer mismo con declaraciones del líder aparente del PRD capitalino, Raúl Flores, en realidad un subordinado del también ex secretario de Movilidad.

Es difícil determinar si la estrategia de Serrano es secundada o no por Miguel Ángel Mancera, pues el conjunto del PRD capitalino se halla en medio de una convulsión interna, con acusaciones cruzadas de traición, lo que responde esencialmente a la tensión generada por las cada vez más visibles defecciones hacia Morena, bajo la presunción de que el próximo año se hará del gobierno capitalino y de una cuota importante de las delegaciones.

Seguramente este fenómeno se acentuará cuando Claudia Sheinbaum inicie su campaña, a la que muy probablemente se sumarán miembros notables del gobierno Mancera. De ahí en adelante todo será territorio comanche.

rockroberto@gmail.com

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