De que el legado de la presente administración gubernamental encabezada por el presidente Peña Nieto será esta crisis de inseguridad, no cabe duda. Su gobierno no será recordado por las reformas tan importantes que promovió, como la educativa y la energética, que lo posicionaron internacionalmente como un importante estadista. La macabra realidad de hoy opaca todo lo bueno de su sexenio.

El suyo será recordado como el gobierno de la corrupción y la inseguridad, pues los excesos rebasan lo imaginable. La noticia de que los dos ciclistas extranjeros desaparecidos en Chiapas, Krzysztof, polaco y Holger, alemán, fueron masacrados, pues el primero de ellos fue decapitado y el segundo ejecutado, seguramente dará la vuelta al mundo y lastimará un poco más la ya deteriorada imagen de México en el extranjero.

Seguramente el presidente Peña Nieto en lo personal no ha provocado nada lo que ha sucedido, pero sin embargo carga la responsabilidad de no haber evitado una problemática que hoy hace crisis, pero que evolucionó como bola de nieve año tras año durante su sexenio, cuando tenemos que reconocer que él tenía la autoridad para impedirlo.

En unas cuantas semanas se suman a la desaparición de los tres estudiantes de cine en Jalisco, de los tres italianos también en ese estado, los casos de jovencitas, el ex rector de una universidad en Tabasco a quien le amputaron una mano por no traer consigo dinero en efectivo durante un asalto, el asesinato de candidatos, sacerdotes y periodistas, de militares, e infinidad de casos de violencia fatal que no llegan a ser conocidos por los medios de comunicación.

Excesos como el de la “estafa maestra”, donde un plan de saqueo de las arcas gubernamentales perfectamente orquestado por funcionarios públicos de muy alto nivel, ubicados en secretarías de estado que triangularon 3,433 millones de pesos del presupuesto a través de empresas fantasma y universidades públicas. Sin embargo, hasta hoy, de parte del gobierno federal ha habido un silencio cómplice, no obstante que los periodistas que destaparon la cloaca ahora estén siendo galardonados en España con el Premio Ortega y Gasset de Periodismo 2018, creado por el prestigiado periódico español El País, precisamente por esta investigación.

Mientras en muchos países caen altos funcionarios públicos y empresarios señalados de corrupción por el caso Odebrecht, en México no se toca ni suavemente a los funcionarios públicos señalados por los mismos delitos por los que sus colegas en el extranjero están siendo encarcelados.

Las desapariciones de personas son tan constantes, que ya perdimos la capacidad de asombro. Es la impunidad lo que ha generado esta escalada de violencia sádica.

Es cierto que estamos viviendo una crisis de valores morales en la sociedad. Sin embargo, de que la responsabilidad es total y absoluta de la estructura gubernamental, aunque en diferentes grados es una realidad incuestionable.

Lo menos que podemos decir que ha habido apatía ante el saqueo a sus estados perpetrado por gobernadores priistas y si algunos están en la cárcel no es por el deseo de aplicar la ley, sino porque era imposible no hacerlo. Es más, este gobierno ha hecho todo lo posible para defender a sus correligionarios de acusaciones muy graves de delincuencia presentadas por gobiernos extranjeros.

Decir que es responsabilidad gubernamental no es un señalamiento gratuito, cada vez que se investiga algún delito, surgen indicadores de complicidad de alcaldes con la delincuencia organizada.

Héctor de Mauleón describe en un artículo publicado el diez de mayo en El Universal, con respecto al asesinato en el Estado de Guerrero, del candidato a diputado Abel Montúfar, una red de complicidades entre políticos y delincuentes, que derivaron también en el asesinato de tres militares que protegían a la familia de este político recién asesinado, porque habían recibido amenazas.

El silencio y la permisividad, lo cual ha generado un ambiente de impunidad frente al delito, han opacado los logros de este gobierno y han creado animadversión hacia su partido en un importante segmento de la población.

Si Andrés Manuel gana esta elección presidencial, no será por ser el candidato ideal, sino por representar el cambio radical frente al actual gobierno.

De qué tamaño será el rechazo y la animadversión al gobierno actual, que las encuestas empiezan a reflejar que segmentos de población que en las dos elecciones presidenciales anteriores votaron en contra de él porque lo consideraban “un peligro para México”, hoy ya le han perdido el miedo y están dispuestos a correr el riesgo de lo que él representa, esperanzados en encontrar el camino a un México diferente al que vivimos hoy.

¿Usted cómo lo ve?

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