En su faceta más deslumbrante, para mí, de don José Luis Martínez como historiador, me imagino que estaría muy contento de que exactamente en los “IDUS DE MARZO” se publiquen estas líneas que escribo para recordar a este ejemplar hombre de letras con la añoranza de ese otro tiempo en que las ideas y los grupos de hombres inteligentes con ideales de libertad florecieron para el bien de la cultura mexicana hacia una proyección mundial.

A finales del siglo XX tuve el privilegio de realizar un documental biográfico de don José Luis Martínez. Antes de entrevistarlo con la cámara de video para la escritura del guión, me avoqué a leer la mayoría de su obra publicada. Sus biografías de Nezahualcóyotl y Hernán Cortés me fascinaron como lectora por el claro y preciso lenguaje que llevan a uno a disfrutar su lectura. Sobre todos me gustó la de Hernán Cortés porque la escribe, como buen historiador, con los documentos a la vista, exponiendo las variantes de diferentes versiones de los acontecimientos de la Conquista, en especial su descripción del “Sitio de Tenochtitlan”, que me pareció fascinante.

Como conocedor de la literatura mexicana fue un verdadero especialista y escribió un libro notable sobre la historia de la literatura mexicana, un texto obligado para los estudiantes de letras. Su cercanía con don Alfonso Reyes, de quién fue amigo, alumno, colaborador y editor de su obra, fue fundamental para el joven intelectual nacido en Atoyac, al sur de Jalisco. Y eso es lo importante de hombres como don José Luis, reconocer que se forjaron a sí mismos en el conocimiento y el amor a los libros, a la lectura, al conocimiento. Perteneció y fue amigo toda su vida, desde su niñez, de los escritores Juan Rulfo, Alí Chumacero y Juan José Arreola, entre otros. Y contó José Luis durante la entrevista para mi programa: “Eramos muy jóvenes y ávidos de comprar libros, no teníamos dinero, así que en abonos comprábamos los libros que nos prestábamos unos a otros y así fuimos formando nuestras pequeñas bibliotecas...”

Con el tiempo, su esfuerzo y trabajo, la biblioteca de don José Luis Martínez era monumental, sin duda una de las mejores de México. Con ella ilustró una serie de libros en varios tomos, una antología de todas las culturas antiguas, ¡nada menos!...

Cumplió José Luis Martínez además con responsabilidades muy importantes, primero como embajador de México en Perú, luego como representante de México en la UNESCO, embajador en Grecia, director del INBA, director de la Academia Mexicana de la Lengua y director del Fondo de Cultura Económica, entre otros puestos, donde hizo ediciones extraordinarias, como la reedición facsimilar de las revistas literarias más importantes de la primera mitad de siglo XX.

Ahora el nuevo gobierno parece olvidar que el único México digno ante el mundo ha sido el literario. Juan Rulfo está traducido a 60 idiomas. Octavio Paz, nuestro mexicano Premio Nobel, también embajador de México, es otro ejemplo de esta clase de hombres admirables que deben y deberían seguir siendo homenajeados y considerados; son mexicanos cuya obra es muy importante y su trayectoria ante el servicio público es impecable.

A estos mexicanos notables y extraordinarios hoy los llaman “fifis”, ¿por qué será?

****En la fotografía: De izquierda a derecha: Juan Soriano, señora de Sánchez Navarro. Soumaya y Carlos Slim, José Luis Martínez, Salvador Elizondo, Eugenia y Teodoro González de León, Marie Jo y Octavio Paz, Enrique Krauze, y Marek Keller y Alejandro Rossi. (CORTESÍA PAULINA LAVISTA)

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