El futbol se puede vivir de varias formas. Existen aficionados que se conforman con ver futbol y otros que lo disfrutan a su modo. Para ellos no sólo es pasar el rato. Ver un partido de México implica análisis y debate de acuerdo con la efectividad del equipo, traducida en gol o triunfo, de preferencia. Los últimos meses no han sido fáciles para los primeros y han sido todo un tema de sobremesa para los segundos, ¿la razón?: Juan Carlos Osorio y la Selección.

Cuando Osorio llegó a México, la expectativa fue alta: un hombre con tanto conocimiento del futbol llegaba a buscar una forma distinta de dar con el hilo negro del futbol mexicano y llevarlo a otro nivel, a uno en el que al caer el golpe sería mucho más fuerte.

Se confió en que de su mano se desarrollararía un mejor futbol, para aspirar a los grandes resultados rumbo a Rusia 2018; se esperaba un México que hiciera todo a la perfección: jugara bien, bonito y ganara, pero no, el Tri de Osorio no cumplió, sólo nos dejó un “hay que jugar bien, no bonito, sino bien”.

Los objetivos iban dirigidos al Mundial. La FMF quería evitar lo que había sucedido en los procesos anteriores. Deseaba la seguridad de que no estarían con el alma en un hilo.

Osorio posee inigualables habilidades como técnico, así como formas que han puesto en duda que sea la mejor opción para dirigir al Tri, aunque consiguiendo el primer objetivo: ir a la Copa del Mundo.

Un equipo se caracteriza por lo que transmite dentro y fuera de la cancha, sobre todo en el terreno de juego, porque es ahí donde se plasman sus características y ese futbol que se convertirá en una emoción, positiva o negativa, producida por el espectáculo. Hoy México está en el Mundial, pero ausente de esencia.

futbol@eluniversal.com.mx

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