Vatreni, así le llaman los croatas a su selección. Así se llama también la película con la que el entrenador, Zlatko Dalic, decidió motivar a sus jugadores y dar un sentido diferente a su actuación en la cancha. Vatreni es un documental hecho por tres mexicanos: Edson Ramírez, Alfredo Sánchez y Jorge Linares. Cuando Croacia llegó al tercer lugar en el Mundial de Francia 1998, eran unos adolescentes que se emocionaron al ver que la selección de un país que había estado en guerra se convertía en motivo de alegría y unión.

Hablé con Edson, el director, sobre lo que los motivó a retratar esa realidad. Me explicó que los inspiró mucho “una generación de futbolistas que vieron en su infancia el nacimiento de un país mediante el resquebrajamiento de otro; que tuvieron la oportunidad, por primera vez en la historia, de representar una bandera, un himno, una playera”. Le pregunté si la película mueve a la reconciliación. Respondió que es una reflexión sobre el resentimiento, que invita a pensar en “cómo puede un pueblo que sufrió tanto y que pareciera estar al borde siempre de una nueva guerra tener una visión distinta hacia el futuro para las nuevas generaciones”. Se trata de una historia interesante para todos, sin importar dónde nacimos porque “nos enseña mucho de la sociedad que somos y de la sociedad en la que nos podríamos convertir”.

Qué ganas de ver Vatreni y contagiarme de esa fuerza, imitar a quienes no se rinden y luchan con tenacidad y fiereza hasta el final. El problema es que para hacerlo hay dos posibilidades: ir hasta Croacia o ayudarles a estos tres cineastas a pagar los carísimos derechos a la FIFA para que puedan exhibirla en otro país. Mi presupuesto sólo me permite lo primero. Eso haré. Ojalá quien sí tenga los recursos los destine para pagar los derechos que permitan que esta película se exhiba en muchos lugares, más allá de Croacia. Una reflexión sobre el resentimiento a todos nos viene bien.

HUERFANITO. Dos mujeres destacan en esta historia de la dignidad croata. Una es Iva Olivari, gerente general de la selección, que acompañó al equipo en entrenamientos y partidos. Los jugadores han hablado de la importancia de su cercanía para inyectarles seguridad y ánimo. La llaman cariñosamente tía Iva.

La otra es, por supuesto, la presidenta Kolinda Grabar-Kitarović, que repartió abrazos lo mismo a croatas que a franceses. Su calidez alcanzó hasta para abrazar a los árbitros. Había perdido su equipo, pero ella supo aplaudir la gran actuación del rival. Por eso, mientras Putin acaparaba el paraguas, ella acaparaba la simpatía.

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