La hora cero para México ha comenzado a sonar. Mañana, el país empezará a vivir una nueva época. Se cerrará un ciclo, se abrirá otro. Décadas de las mismas prácticas políticas quedarán en la Historia. El reinicio, con Andrés Manuel López Obrador, es esperanzador. Como presidente, tiene todo para trascender como el estadista que desea ser, al lado de Juárez, Madero y Cárdenas. Si se coloca en ese status, tendrá el mérito de haber iniciado la reconstrucción y refundación de la República.

Mas para colocarse en la perspectiva de materializar su obra, lo que será la culminación de una larga cuanto admirable lucha por protagonizar un cambio profundo, consistente y perdurable, como titular del Poder Ejecutivo a partir de este sábado deberá exhibir un cambio notable y notorio, indubitable y confiable. De eso dependerá el curso de su mandato y la suerte de todos.

En los mensajes que pronunciará en la Cámara de Diputados al protestar el cargo, y en Palacio Nacional, ya investido, Andrés Manuel López Obrador necesita dejar en claro que el periodo como presidente electo ha concluido; serán indicadores básicos para visualizar lo que viene. Debe despejar dudas y generar confianza plena en toda la población, de que 30 millones de ciudadanos acertaron al votar por él.

El interregno entre su victoria y su asunción al poder, en el que, como ninguno de sus antecesores, hizo y dijo cosas que alteraron algunos factores de poder, sobre todo el económico, deberá finalizar inequívocamente, pues sus palabras en adelante serán decisivas para bien o para mal.

Todo lo que diga después de tener cruzado el pecho con la banda presidencial, deberá corresponderse con la realidad. Lo uno deberá estar pensado, y lo otro realizado, mirando a reafirmar la confianza, la credibilidad y las expectativas que generó en los electores. Y lo debe nutrir día tras día mirando al interés general en lo interno, y proyectándolo a nivel internacional.

Lo que ha hecho y dicho en dos décadas para conquistar la Presidencia, en un esfuerzo de admirable perseverancia, ha sido muy importante. Pero los seis años que tiene por delante son los que marcarán su trayectoria y su existencia. Sus obras de los muchos años que ha vivido en la política, serán puestas en un plato de la balanza; en el otro, estará lo que haga durante el próximo sexenio. Al final la suma se inclinará en un sentido o en otro.

Y si nos atenemos a que AMLO jamás renunció a sus principios e ideales, ni cedió ante las tentaciones propias del poder, fundadamente se puede esperar que seguirá actuando en esa vertiente con más rigor en lo personal, e implacablemente desde el plano institucional.

Eso implicará, ni más ni menos, la moralización de la política, que será piedra angular de su desempeño. Será el punto de partida del México nuevo que la sociedad anhela y al que ya ha aportado, llevándolo a la silla presidencial.

La estructura de su proyecto deberá ser la democracia. Ésta, deberá contener las decisiones óptimas para optimizarla y consolidarla. Lo que decida en ese contexto derivará en la cristalización de una vida colectiva más equitativa y justa; próspera y feliz. Es lo que ha ofrecido. Es la esperanza social por la que fue elegido.

Por eso, seguramente y pese a los incidentes de los últimos días que se reflejaron dramáticamente en el ámbito económico-financiero, ha reiterado que México será un país donde prevalezca la seguridad, que no habrá expropiaciones, que las inversiones estarán seguras y que los detentadores de capital tendrán buenos rendimientos.

El énfasis que ha puesto está en que su gobierno será de cero corrupciones y cero impunidades. Esa es la tarea más urgente que debe concretar. El restablecimiento del Derecho es imprescindible como nunca para reencausar a México. A éste, como su propósito fundacional, es a lo que toda la ciudadanía, en cualquier dimensión, inevitablemente está llamada a contribuir.

Millones de mexicanos ya tuvimos una primera prueba de cómo gobierna y administra el nuevo presidente, cuando también por el voto popular, llegó por abrumadora mayoría a la jefatura de gobierno del entonces Distrito Federal. El balance de su sexenio fue muy positivo, aún con altibajos, en materia de seguridad, estabilidad, desarrollo económico y realización de infraestructura. Y eso, justamente, es lo que queremos ver ahora, mejorado, para todo el país.

SOTTO VOCE… Después de las vulgares expresiones de Paco Ignacio Taibo II, se espera que el presidente electo reconsidere su nombramiento como director del Fondo de Cultura Económica. Sería una muestra de sensibilidad y aprecio por la opinión pública, que en todos los tonos ha condenado los desplantes del escritor... ¿Cuáles son los “servicios prominentes  prestados a la Nación Mexicana o a la Humanidad”, que justifiquen la condecoración de Jared Kushner con la Orden del Águila Azteca?

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@mariobeteta

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