Dicen que los gobiernos de izquierda latinoamericanos depredan los recursos naturales, que su ambientalismo es solo un antifaz y que defienden los objetivos sociales a expensas de los ambientales. Que son “ecocidas”. No lo creo. Como tampoco creo que proteger o destruir la naturaleza dependa de si uno es de derecha, izquierda o ambidiestro. Es más bien sentido común, congruencia con esta generación y responsabilidad con las que vienen. Es cuestión de amor y respeto por la vida.

“Hay aire y sol, hay nubes. Allá arriba un cielo azul y detrás de él tal vez haya canciones; tal vez mejores voces...Hay esperanza, en suma. Hay esperanza para nosotros, contra nuestro pesar” 
Pedro Páramo, Juan Rulfo

Más allá de los aciertos o desaciertos de sus gobiernos, vale la pena examinar la gestión ambiental de políticos izquierdistas contemporáneos. Como presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva protegió el Amazonas (aunque, sorpresivamente, favoreció la construcción de dos grandes presas hidroeléctricas, por lo que renuncio su secretaria de medio ambiente, Marina Silva) y respaldó el Protocolo de Kioto sobre cambio climático. Evo Morales, presidente de Bolivia, ha defendido los derechos de la “Madre Tierra” y apoyado la lucha contra el calentamiento global. Durante el gobierno de Michelle Bachelet se declararon 1.3 millones de km² de áreas marinas protegidas en Chile, y se triplicó la producción de energía renovable. Siendo presidente de Uruguay, José Mujica abogo por un “desarrollo preservando la vida del planeta” y el ambiente fue uno de sus ejes para diseñar políticas de Estado. Rafael Correa, presidente de Ecuador, incluyó los derechos de la naturaleza en la nueva Constitución. Como alcalde de Bogotá y excandidato a la presidencia de Colombia, Gustavo Petro antepuso el ambiente como eje de la política pública.

Es difícil evaluar con objetividad el desempeño ambiental de otros mandatarios de izquierda, debido, en gran parte, a los impactos de las crisis sociales, económicas y políticas en sus países. ¿Cómo calificar ambientalmente a los gobiernos de Fidel y Raúl Castro (Cuba), Hugo Chávez y Nicolás Maduro (Venezuela), Daniel Ortega (Nicaragua), Cristina Fernández de Kirchner (Argentina) y Ollanta Humala (Perú)?

Y, ¿cómo le irá a México en cuidado ambiental cuando, por primera vez en 84 años, desde el general Lázaro Cárdenas, tiene un presidente de izquierda?

Vamos por partes. Hay personajes públicos de “izquierda” que destacan por su compromiso ambiental. He tenido la oportunidad de conocer algunos. Cecilia Soto, diputada por el PRD, fue excandidata a la presidencia por el PT y secretaria de la comisión de ecología de la Cámara de Diputados como diputada por el PARM (1991-1994). Bajo el liderazgo de Julia Carabias, ex militante del MAP y PSUM, y secretaria de medio ambiente con el presidente Ernesto Zedillo (1994-2000), se consolidaron las principales instituciones ambientales: procuraduría federal, instituto nacional de ecología y las comisiones nacionales de agua, biodiversidad, recursos forestales y áreas protegidas.

La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, antes del PRD y hoy en Morena, fue secretaria de medio ambiente cuando el actual presidente Andrés Manuel López Obrador era jefe de gobierno (2000-2006); en 2007 formó parte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, que ese año recibió el Premio Nobel de la Paz. La subsecretaria de asuntos multilaterales y derechos humanos de la secretaría de Relaciones Exteriores, Martha Delgado, fue secretaria de medio ambiente de la Ciudad de México con Marcelo Ebrard como jefe de gobierno (2006-2012) e impulsó la transformación de la ciudad con el plan verde y el de acción climática. El actual canciller Ebrard, antes del PRD y hoy en Morena, presidió el Consejo Mundial de Alcaldes por el Cambio Climático (2009) y fue nombrado Mejor Alcalde del Mundo (2010) por el plan verde y su papel movilizando a los alcaldes para combatir el cambio climático.

No está claro, todavía, el nivel de compromiso ambiental del presidente López Obrador y su gobierno. Acaso sea demasiado pronto para opinar, pero hay señales contradictorias. Son buenas noticias la rectificación a la disminución del presupuesto de la Semarnat, el refrendo del Acuerdo de París contra el cambio climático y el nombramiento de reconocidos profesionales en las comisiones nacionales de áreas protegidas, agua y recursos forestales, y en Inapesca. Es mala noticia que se diera luz verde al Tren Maya sin una evaluación de impacto ambiental y social; ojalá que se rectifique y minimicen los impactos del megaproyecto insignia de esta administración. Las declaraciones del director de Fonatur de que México no puede darse el lujo de ser conservacionista son desafortunadas. Tampoco están claros los beneficios ambientales (y sociales) de sembrar un millón de hectáreas de árboles. Y la construcción de refinerías parecería un contrasentido al apoyo del Acuerdo de París, cuando el futuro del planeta depende de la reducción de gases de invernadero.

No obstante esta aparente ambivalencia, conviene recordar el compromiso suscrito el 5 de junio de 2012 por personalidades propuestas por el entonces candidato López Obrador para acompañarlo en su gobierno si ganaba la presidencia: promover el uso sostenible de los recursos naturales y el cuidado de la biodiversidad en las principales dependencias de su administración. Los firmantes incluyeron a Claudia Sheinbaum, María Luisa Albores (hoy secretaria de Bienestar), Víctor Suárez (subsecretario de Sagarpa), Javier Jiménez Espriú (secretario de Comunicaciones y Transportes) y Miguel Torruco (secretario de Turismo). De hecho, este último está comprometido con el turismo sustentable, y, junto con el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, y el canciller Ebrard, quizá sean los más ambientalistas del gabinete.

Esta administración federal tiene con qué enfrentar los desafíos ambientales de la Nación. Muchos mexicanos estamos atentos, vigilantes de su desempeño. Si el eje rector de la izquierda política es la búsqueda de la igualdad social, es preciso que esta igualdad se cimente en un desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas.

¡Feliz y próspero 2019!

Científico y ambientalista   Twitter @ovidalp

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