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Las tecnologías no necesariamente nos conducen a un mundo feliz. Perfectamente puede ocurrir todo lo contrario. En el formidable texto “Cinco cosas que necesitamos saber sobre el cambio tecnológico”, Neil Postman, destacado sociólogo estadounidense, nos advirtió de algunas graves implicaciones...

Una de las más graves omisiones en la Agenda Digital Nacional en el gobierno del presidente Peña Nieto fue la ciberseguridad. El tema ni siquiera fue mencionado en el documento que justificó la creación de la Coordinación de Estrategia Digital Nacional.

Resulta factible suponer que los estrategas digitales del gobierno de Peña Nieto entendían que la ciberseguridad se agotaba en tareas de ciberespionaje. Cuando finalmente advirtieron tan monumental error, ya era demasiado tarde. En primer lugar, porque la ciudadanía se había percatado de tan deleznable práctica. En segundo lugar, porque ya no disponían del tiempo necesario para diseñar una efectiva estrategia.

El nuevo gobierno debe comprender la importancia y lo delicado del tema. Hoy todas todas las personas y todas las instituciones, públicas o privadas, somos susceptibles de ser atacados a través Internet. El imaginario ciberdelictivo es extenso. Los gobiernos también pueden enfrentar ciberataques. Hoy todos somos vulnerables.

A finales del año pasado, por ejemplo, algunas instituciones del sistema bancario nacional fueron blanco de ciberataques. De modo silencioso, hoy se libran grandes batallas en el ciberespacio. Nos lo había anticipado la ciencia ficción. Y, como muchas veces ha ocurrido en la historia, sus predicciones se han vuelto realidad. Es posible afirmar que las grandes guerras también se desarrollarán en Internet y estarán fundamentadas en algoritmos e informática.

La iniciativa Runet, por ejemplo, responde a las exigencias del gobierno de Putin en materia de seguridad nacional. No es nuevo. Arpanet misma fue el resultado de una iniciativa del gobierno de Estados Unidos en materia de seguridad.

El asunto es muy complejo, y será aún más si consideramos las negativas aplicaciones que puden admitir Big Data, la inteligencia artificial e Internet de las cosas. Máquinas y algoritmos que no neceriamente respondan al propósito de construir un mundo mejor. Todo lo contrario.

Mediante Big Data e inteligencia artificial negativa es posible identificar las principales debilidades del enemigo, desde deficiencias en el manejo de sus finanzas, debilidades en la infraestructura de servicios, vulnerabilidades en los sistemas de defensa.

No se necesita desplazar soldados y armamento para causar grandes bajas al adversario. Los objetivos pueden ser alcanzados simultáneamente y de forma remota. Basta identificar los blancos que más afectarán al enemigo.

La irrupción de drones en las pistas de algunos aeropuertos en el Reino Unido no es obra de la casualidad. Los autores podrían ser individuos aislados, grupos de fanáticos, ciberterroristas u otros gobiernos. Para generar grandes estragos no se necesita contar con un gran ejército.

El gobierno del presidente López Obrador perfectamente puede eliminar un organismo tan anacrónico como el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN). Sus propósitos fueron pervertidos y fue destinado al espionaje político de la ciudadanía.

El nuevo gobierno no debe renunciar a los servicios de inteligencia. Es indispensable apoyar el desarrollo de un Centro Criptológico Nacional, y un efectivo Centro Nacional de Inteligencia Digital.

Pronto la computación cuántica será una realidad. Dispondremos de máquinas con miles de qubits lógicos y sin errores. Los sistemas de seguridad serán aún serán más vulnerables. Debemos prepararnos. Nos hemos tardado en advertir su importancia.

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