Muchos mexicanos aseguran ahora, entre su grupo de amigos y en redes sociales, que siempre pensaron que la Selección podría ganarle a Alemania. Mentira. Como una persona que ha vivido la pasión del deporte desde siempre, fui uno de los primeros en decir que el equipo nacional no tendría ninguna oportunidad en ese primer partido del Mundial.

Ahora estoy feliz porque me equivoqué...

Celebro el triunfo del conjunto que nos representa y ese sentimiento de motivación que generaron. Se esperaba lo peor, lo reconozco.

Hoy, luego de unos días de ese triunfo histórico de nuestro deporte, se cambia el discurso para reconocer a ese grupo de jóvenes influenciados por su entrenador, quienes hicieron un gran partido, una gran estrategia, que les valió —en los primeros 45 minutos de juego— ganarle al actual campeón del mundo.

Como un televidente entusiasmado con el deporte, el resto del juego fueron momentos de infarto, donde se pensó que podría llegar el empate, pero al final, nos demostraron lo equivocados que estábamos.

Después de ver la pasión con la que se vive el Mundial, he llegado a la conclusión de que sería muy feliz si 1% del público que apoya al futbol viviera con esa emoción otros deportes, como la natación o cualquier otra disciplina que —en el fondo— provoca la transformación social y el bienestar para sus practicantes y las familias que le rodean.

Qué diera porque esa afición y ese interés que se le da al futbol, sumado al trabajo de los comentaristas y periodistas deportivos que le dedican horas enteras a este deporte, a su análisis y comprensión del mismo, se le diera a los demás individuos consagrados a una disciplina diferente.

Pero la realidad nos dice otra cosa. México tiene muy poca difusión en cuanto a otros deportes, así se presenta esa ocasión extraordinaria, donde un connacional lleva la bandera al centro del podio en una Copa del Mundo o unos Juegos Olímpicos . Jamás se compara con toda la difusión, las portadas que ha tenido este equipo que apenas dio el primer paso para buscar ser el campeón.

Qué bueno por México . Hoy, más que nunca, debo afirmar que me enorgullece la forma en cómo jugaron, pero deseo manifestarle a mis fieles lectores que se me hace una posición exagerada al pensar que después del primer partido podremos obtener el título mundial. Y no es que no lo desee, pero debemos ser realistas: este resultado es apenas la primera etapa de un largo recorrido. Tenemos la obligación de enseñarles, como sociedad, que aunque ganaron, aún no son los mejores; invitarlos a que mantengan la estabilidad que les abrió las puertas de esa histórica victoria.

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