Lo he dicho y lo sostengo: no me gusta Paco Jémez. Sus tonos, sus formas, su futbol y, por encima de cualquier cosa, sus resultados; no sólo en nuestro país, sino en su carrera como entrenador.

No es un técnico que tenga como sello el éxito y, así como critiqué su llegada, hago lo mismo con su permanencia, pero —a fuerza de ser sinceros— nos estamos dando golpes de pecho.

¿Somos o nos hacemos?

Encuentro demasiado sentimiento en torno a su declaración del sábado, relacionada a la grandeza de Cruz Azul.

Pero vayamos poniéndonos en sintonía. Su declaración fue: “No, no, no, no, nosotros no somos un equipo grande, no, no, y hoy lo hemos dejado en claro que no somos un equipo grande”. Lo dice después de caer ante Lobos BUAP con una muy pobre exhibición.

Y tiene razón, su equipo dista mucho de ser grande. Un equipo que no es capaz de ligar dos victorias consecutivas, que no le puede ganar a los rivales que ocupan las primeras posiciones, que no gana clásicos y que hoy por hoy no es en lo absoluto favorito al título, no puede presumir grandeza. ¿Cómo? ¿De dónde? ¿Con qué?

Paco Jémez habló de su equipo, en ningún momento habló de la historia del club ni de la institución.

No seamos hipócritas y convenencieros.

Cuántas veces no hemos establecido que esta insana costumbre celeste de perder partidos importantes los aleja de su grandeza histórica. Cuántas veces no hemos establecido que la manera de actuar de su dirigencia nada se parece a la que en décadas anteriores otorgó una época dorada al club. Cuántas veces no hemos dicho que este Cruz Azul arrastra su historia y vive únicamente del recuerdo. Cuántas veces no hemos dicho que Cruz Azul ha dejado de ser grande. ¿Cuántas? ¡Por favor!

Paco Jémez tiene razón: su equipo no es del mismo tamaño que Monterrey, América o Tigres.

No saquemos las cosas de contexto y démosle valor y cabida a la autocrítica, que de eso hace mucha falta en nuestro medio.   

futbol@eluniversal.com.mx

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