Esta semana, un amigo de Esteban Moctezuma me relató una escena que describe la presión a la que está sometido el próximo gabinete presidencial por los impulsos de Andrés Manuel López Obrador. Apenas un día después del triunfo electoral del tabasqueño, el futuro secretario de Educación se sinceró: “Te lo digo de verdad, me preocupan la decisiones que va a tomar y las consecuencias que ocasionarán al país”.

Palabras más, palabras menos, Moctezuma presagió lo que a 121 días de haber ganado la elección presidencial López Obrador está ocasionando. Así como él, hay otros integrantes del equipo de transición que han sido sometidos a una intensa presión por parte del presidente electo y, más grave aún, han sido descalificados y exhibidos en la arena pública.

Uno de ellos es Alfonso Romo, quizá el más moderado del equipo que acompañará a AMLO en el gobierno a partir del 1 de diciembre. El próximo jefe de la Oficina de la Presidencia perdió credibilidad tras la decisión de cancelar el aeropuerto en Texcoco, luego de que en foros públicos y privados habría asegurado a los inversionistas que no sería ese el destino del mayor proyecto de infraestructura de los últimos años.

Lo mismo sucede con el futuro secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, a quien el presidente electo exhibió hace unos días en un video de YouTube. Lo culpó de no haberle entregado la información completa sobre los 88 mil millones de pesos que, según le dijeron, se requerían del gobierno para la obra del nuevo aeropuerto. “Carlos Urzúa me dijo que una de las ventajas es que es autofinanciable, que no requiere dinero del presupuesto público, pero resulta que sí”.

La realidad es que AMLO entendió mal y no se detuvo a preguntarle a su próximo secretario de Hacienda. Ahora lo tiene haciendo malabares para intentar cuadrar el paquete económico del próximo año, de manera que salgan los recursos para los programas y proyectos que prometió en su campaña, pero cada vez se la pone más difícil: con la escalada del dólar a más de 20 pesos quizá tenga que ajustar la estimación del tipo de cambio, que estaba en 18.4 unidades promedio para 2019, según los Criterios Generales de Política Económica. Esto aumentaría el costo del servicio de la deuda y reduciría el margen de maniobra para reasignar el presupuesto de manera que alcance para los proyectos ‘prioritarios’ de la próxima administración.

Por si fuera poco y pese al descrédito y la exhibición pública que les ha ocasionado, el presidente electo comisionó a Alfonso Romo y Carlos Urzúa a encabezar la operación cicatriz con los empresarios e inversionistas. Junto con ellos irá Javier Jiménez Espriú, a quien es poco probable que los hombres y mujeres de negocios quieran ver dadas las declaraciones que hizo tras el anuncio de la cancelación del nuevo aeropuerto. “Tengo instrucciones muy claras de que ya se sopló esa velita (de Texcoco)”, dijo este martes.

La comisión ‘negociadora’ se encargará de dialogar con cada uno de los empresarios e inversionistas del Nuevo Aeropuerto Internacional de México. “En los próximos días vamos a ir tranquilizando las aguas”, dijo Romo.

Lo cierto es que poca o ninguna tranquilidad da a los empresarios las declaraciones de Romo, luego del descrédito en el que lo hizo caer Andrés Manuel López Obrador. Más bien, en lo que están pensando los inversionistas es en la estrategia legal para que les repongan sus contratos o cobrar sus respectivas indemnizaciones y bonos.

¿Traición o revancha a los empresarios? Durante la campaña presidencial, un grupo de empresarios mexicanos montó una estrategia para tratar de evitar que Andrés Manuel López Obrador llegara a la presidencia. A través de videos y cartas, los hombres y mujeres de negocios pidieron a sus empleados no votar por el candidato de Morena.

Germán Larrea, Alberto Baillères, Eduardo Tricio y Alejandro Ramírez, entre otros, impulsaron la campaña que buscaba exponer los riesgos que generaría para la economía del país un presidente como López Obrador. El entonces candidato se les fue encima con calificativos como minoría rapaz, lo cual derivó en una serie de reuniones privadas para limar asperezas.

Así empezó lo que Alfonso Romo denominó la luna de miel entre la iniciativa privada y AMLO. Luego de una conferencia del empresario Carlos Slim para defender la construcción del aeropuerto en Texcoco, López Obrador dio nuevas señales de serenidad: “si creen que es un buen negocio, se los concesionamos”, prometió.

Tras la elección, la miel siguió derramándose con desplegados y felicitaciones de los empresarios. Todo parecía ir sobre los cauces de la reconciliación y la cordura… hasta que el domingo pasado, una consulta calificada como ‘amañada’ y llena de irregularidades dio al traste con todo. Y los mercados enfurecieron.

Posdata.

Una de las promesas de Andrés Manuel López Obrador fue respetar la autonomía del Banco de México. Ayer, Jonathan Heath , su propuesta para sustituir al subgobernador Manuel Ramos Francia el próximo 31 de diciembre, criticó las decisiones del gobierno de transición, como la de cancelar el aeropuerto en Texcoco, disminuir el precio de las gasolinas y otras que podrían ocasionar un menor crecimiento económico.

A ver si como en el caso de Moctezuma, Romo y Urzúa no lo deja en ridículo… antes de que asuma su cargo como subgobernador.


***Foto: AMLO y Alfonso Romo. 

Twitter: @MarioMal
Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

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