Carlos Romero Deschamps es un político tóxico. Todo lo que rodea al líder del sindicato de Pemex es escandaloso: opacidad en el manejo de los recursos, desvío de dinero, financiamiento ilegal de campañas, lujos desmesurados, control total del transporte de combustibles, ordeña de ductos y hasta ausentismo en las sesiones del Senado, donde por la vía plurinominal del PRI obtuvo un escaño en 2012.

Con tal descrédito, uno imaginaría que cualquier político o funcionario público en su sano juicio evitaría fotografiarse o reunirse con el líder petrolero. Pero sucede todo lo contrario: Romero Deschamps acude a todos los eventos de Pemex, donde se le rinde pleitesía. Lo mismo el Presidente que el secretario de Energía, los gobernadores o el director general en turno de la petrolera. Todos tienen halagos para quien ha encabezado el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) los últimos 22 años y quien fue reelegido esta semana por seis años más.

¿Qué explica este comportamiento? Deben ser los multimillonarios recursos que recibe el sindicato de Pemex, mediante los cuales Romero Deschamps no sólo ha podido hacerse de yates, aviones, departamentos, deportivos y relojes de lujo, sino que los ha usado para “financiar campañas y comprar voluntades de cuanto político, empresario y funcionario público se le ponga enfrente”, dice una persona cercana al sindicato.

La displicencia que han mostrado los gobiernos de Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto para acotar los privilegios del STPRM hacen que, en un contexto de crisis en Pemex y combate a la corrupción e impunidad, “derrocar” al líder petrolero y eliminar la opacidad en el sindicato de la empresa más grande de México sea una propuesta de campaña más que atractiva para los candidatos a la Presidencia en 2018.

En su discurso de destape y en las posteriores entrevistas con medios de comunicación, Ricardo Anaya puso el tema sobre la mesa al criticar al ex presidente Vicente Fox (quien apoya al candidato del PRI, José Antonio Meade) por no haber encarcelado a Carlos Romero Deschamps por el llamado Pemexgate.

El domingo pasado, el virtual candidato de la coalición PAN, PRD y MC (Por México al Frente) utilizó una imagen del líder sindical para criticar el desvío de más de mil millones de pesos del STPRM a la campaña del priísta Francisco Labastida Ochoa en el 2000. Sin embargo, en el mismo evento Anaya estuvo arropado por algunos de los amigos de Romero Deschamps, como el ex candidato presidencial Diego Fernández de Cevallos.

Imposible no recordar el video de hace unos días en el que un ciudadano increpó al Jefe Diego mientras departía con el líder petrolero en el restaurante Cuchilleros. “¿Comieron bien? Qué bueno, porque 50 millones de mexicanos no”, le soltó el ciudadano a Fernández de Cevallos, quien le respondió con un “así es esto”.

Andrés Manuel López Obrador, hasta ahora el precandidato puntero en las encuestas, ha señalado que Romero Deschamps es parte de la “mafia del PRI” y que se ha perpetuado en el sindicato de Pemex gracias al “poder corruptor”. Critica la vida de lujo de sus hijos, pero tampoco ha transparentado cómo se financia él y su familia, que no ha estado exenta de escándalos. El candidato de Morena no ha explicado, de forma clara, cómo va a acabar con la corrupción ni con los privilegios del sindicato de Pemex.

Qué decir del candidato del PRI, José Antonio Meade, que nada ha dicho de la vida de derroche de Romero Deschamps ni de la opacidad con la que maneja los recursos que le entrega el Estado. Muy probablemente, de ganar la Presidencia en 2018, sería quien menos combatiría al líder petrolero, amigo personal de su mano derecha, José Antonio González Anaya, y de Enrique Ochoa, el presidente del PRI.

Así pues, la reelección, por cuarta ocasión consecutiva, de Romero Deschamps como secretario general del STPRM para el periodo 2019-2024 podría convertirse en otro sexenio de impunidad para el líder sindical. A menos que los candidatos y el ganador de la contienda electoral de 2018 decidan plantarle cara.

Si no es así, seguiremos viendo al intocable líder sindical partir el aire en sus autos deportivos, aviones y yates sin preocupación. Seguirá carcajeándose con su dentadura blanquísima, que contrasta con su color de piel y sus cadenas de oro, en todos los eventos de Pemex. Seguirá placeándose por todos los restaurantes de lujo de la Ciudad de México, acompañado de amigos y socios.

También seguiremos viendo a sus incondicionales, como el secretario general de la Sección 34, Héctor Sosa, queriendo hacer negocios con portafolios repletos de dinero en efectivo y aconsejando a los propios directivos de Pemex cómo comprar inmuebles.

¿Quién se atreverá a enfrentar a Romero Deschamps?

Twitter: @MarioMal
Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

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