Al asumir la dirección general de Pemex, en febrero de 2016, José Antonio González Anaya tenía como encomienda principal estabilizar las finanzas de la petrolera mexicana, pero también la consigna de corregir el desastre de las administraciones anteriores en cuanto a alianzas turbias con privados, adjudicaciones amañadas y la compra de negocios obsoletos.

A escasos días de despedirse de la empresa productiva del Estado, González Anaya ha cumplido con algunas de estas consignas, principalmente en lo que tiene que ver con el saneamiento de las finanzas de Pemex, pero deja varios pendientes que muy probablemente ya no se resuelvan en lo que resta de la administración federal actual.

Uno de los proyectos más relevantes y cuestionados es el gasoducto Los Ramones II, donde confluyen intereses de empresas como Odebrecht, IEnova, Arendal y Techint; fondos como el poderoso gestor de activos BlackRock; así como una serie de funcionarios y empresarios cuyas relaciones ponen en duda la transparencia de esta multimillonaria obra transfronteriza para el transporte de gas natural.

Hace unos días, la Comisión Federal de Competencia Económica, a cargo de Alejandra Palacios , autorizó a IEnova comprar la participación que mantenía Pemex en Los Ramones II, a través de la firma Ductos y Energéticos del Norte, con lo cual la petrolera mexicana quedará prácticamente fuera de este proyecto.

En julio de 2015, IEnova ya había comprado la participación de Pemex en Gasoductos de Chihuahua, el operador de Los Ramones II.

Vale la pena desenmarañar cómo se diseñó, adjudicó y financió este proyecto que hoy tiene en sus manos IEnova, la compañía que encabeza el ex director general de Pemex, ex titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y ex consejero de OHL México, Carlos Ruiz Sacristán.

Hace unas semanas dimos cuenta en esta columna de una serie de correos entre el ex titular de Pemex, Emilio Lozoya, y empresarios que hicieron negocios con la petrolera mexicana. Una de las comunicaciones detalla la conformación de un consorcio entre Odebrecht, Techint y Arendal para construir la segunda parte de Los Ramones.

En la conversación electrónica, el empresario Adrián García Pons, cofundador y directivo de Arendal, una de las mayores constructoras de gasoductos del país, informa a Emilio Lozoya sobre un acuerdo para formar el consorcio que meses después obtuvo un contrato por 935 millones de dólares para desarrollar Los Ramones II.

Otro actor importante en la trama de Los Ramones II es la mayor administradora de activos del mundo: la estadounidense BlackRock, que en 2015 acordó la compra de 45% de la segunda fase de este proyecto –en alianza con el fondo First Reserve– por 900 millones de dólares. Esta fue su primera inversión en infraestructura en el país.

En BlackRock trabaja Gerardo Rodríguez Regordosa , ex subsecretario de Hacienda, quien en abril de 2013 se incorporó como director de equipo de Mercados Emergentes de fondo estadounidense.

Uno de los enlaces de Rodríguez Regordosa con Pemex es Isaac Volin, actual director de la unidad de PMI Comercio Internacional, quien se sumó a las filas de Pemex en junio de 2016, luego de haber dirigido ni más ni menos que a la unidad mexicana de BlackRock.

BlackRock hizo más negocios con Pemex después de su incursión en Los Ramones II. El julio de 2015 se asoció la empresa productiva del Estado para establecer una oficina conjunta de administración y estructuración de proyectos. Para octubre, la asociación rindió sus primeros frutos con el inicio de la primera fase de desarrollo del Proyecto Golfo Centro y el Transoceánico para el transporte de gas natural.

José Antonio González Anaya aún tiene pendiente la venta de activos “chatarra”, entre ellos las plantas de fertilizantes que compró Pemex a Alonso Ancira, de AHMSA, y a Fabio Covarrubias, de Fertinal, por más de 530 millones de dólares. Ya las puso en venta, pero las únicas dos empresas que se interesaron salieron corriendo por el precio. El problema es que si las vende por debajo de lo que las compró su antecesor podría considerarse un daño patrimonial para la petrolera mexicana.

En lo que sí ha avanzado González Anaya es en revertir las adjudicaciones directas: con Emilio Lozoya 80% de los contratos se otorgaban por esta vía, mientras que ahora ese mismo porcentaje corresponde a los proyectos que se licitan.

A ver si el sucesor de Pepe Toño se anima a exorcizar más demonios en Pemex.

Posdata. Y a propósito de adjudicaciones directas, aquí le revelamos el caso de los hermanos Bustamante, dueños de OIS, quienes obtuvieron jugosos contratos con Pemex por esta vía, pese a ser una empresa con poca experiencia. Curiosamente, durante la administración de González Anaya no han ganado uno solo. La novedad es que contrataron a una de esas grandes agencias de relaciones públicas para que les lleve el caso.

@MarioMal
mario.maldonado.padilla@gmail.com

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