El viernes 22 de septiembre, un día antes del inicio de la tercera ronda de negociaciones del TLCAN en Ottawa, Canadá, el secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross publicó un editorial en The Washington Post titulado, These NAFTA Rules Are Killing Our Jobs. En éste explica que reducir el déficit comercial y devolver empleos, ambas promesas de campaña de Trump, pasa por hacer más estrictas las reglas de origen para elevar el contenido estadounidense en la manufactura de la región, especialmente en la producción de autos y autopartes.

Para México, la definición del nuevo régimen de origen es, sin duda, uno de los temas medulares en esta negociación y podría incidir sobre su capacidad para atraer inversiones y mantener una integración eficiente en las cadenas de producción regional en detrimento de la competitividad de la industria y del consumidor. ¿Por qué?

En primer lugar, el secretario de Comercio sustenta sus argumentos en un estudio de 12 hojas realizado por el Departamento de Comercio de EU. Dicho estudio encuentra que entre 1995 y 2011 el contenido estadounidense de productos manufacturados importados de Canadá y México cayó de 21% a 15%, y de 26% a 16%, respectivamente.

Dichas conclusiones contrastan con las de otro estudio realizado en 2011 (Give Credit Where Credit is Due: Tracing Value Added in Global Production Chains, Koopman y otros) que encuentra que las importaciones que EU realiza de Canadá y de México integran 25% y 40% de insumos estadounidenses, respectivamente. Estos datos contrastantes reflejan que aún hay trabajo por hacer para justificar reglas de origen más estrictas.

En segundo lugar, Ross también destaca que el desplazamiento del contenido de EU en las importaciones procedentes de Canadá y México se debe a que las reglas de origen del acuerdo permiten que un insumo que no se origina en alguno de los tres países y que pasa por un proceso productivo se convierta en originario.

Este concepto de transformación sustancial está presente en prácticamente todos los acuerdos comerciales en el mundo y permite a los productores hacerse de insumos que no siempre están disponibles en la región. Al cuestionar este concepto parecería que EU estaría buscando aislar la planta productiva de América del Norte del resto del mundo lo que tampoco puede ser el objetivo de un acuerdo ni mucho menos convendría a los tres socios.

En tercer lugar, el énfasis del secretario Ross en el sector del automóvil y autopartes se debe a que éste le representa a EU un déficit de 84.6 mil millones de dólares. Para revertirlo propone ampliar la lista de partes a las que se aplican las reglas de origen (Anexo 403.2). Sin embargo, la realidad indica que la producción industrial y, particularmente, automotriz está integrada a cadenas globales que pasan por Europa y Asia; esta dinámica no se va a detener automáticamente con reglas de origen más estrictas en el TLCAN.

Nada garantiza que con ello EU va a reducir su déficit comercial ni que insumos de Asia y en particular de China sean remplazados por producción en América del Norte. Ello es especialmente cierto para insumos electrónicos automotrices donde los principales proveedores son asiáticos y la posibilidad de que dichos insumos sean abastecidos de una manera costo-eficiente dentro de la región es reducida. Sin embargo, lo que sí podría resultar es que las empresas no usen las preferencias del TLCAN y que el consumidor termine pagando el arancel de NMF, que para los casos de autos y camionetas en EU es 2.5% y 25%, respectivamente.

México tiene que lograr un balance para no correr el riesgo de perder inversiones, sobre todo en el sector automotor que desde 2000 suman más de 50 mil millones de dólares. Una solución para atender las preocupaciones de EU podría ser plantear un periodo de transición de 5 a 10 años para la incorporación de componentes y materiales al Anexo 403.2 en los que exista potencial de producción.

Una buena negociación en este tema debería abrir oportunidades no sólo para EU sino también para Canadá y México para incrementar la producción de partes y componentes en la región. Pero ello requiere un análisis técnico detallado aislado de presiones políticas o tiempos electorales. Ross también nos advierte que “las reglas de origen son sólo el comienzo” lo que augura una negociación técnica, larga y complicada.

Directora, LMMConsultingProfesora afiliada en la División de Estudios Internacionales del CIDE
@luzmdelamora
@lmmconsultingmx

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