Hace unos días, el presidente electo pidió a la prensa “autolimitarse”, transcribo:

“Ya también no me anden preguntando cosas, no me estén cucando (provocando).

Cuando yo digo una cosa fuerte es porque ustedes me preguntan; somos corresponsables. Vamos a autolimitarnos, a autocontrolarnos, a moderarnos. Amor y paz, porque ya no quiero seguir hablando de la mafia del poder y de la prensa fifí ni de otras cosas”.

Entonces, la culpa de las controvertidas declaraciones no es de Andrés Manuel López Obrador por responder cómo responde, sino de la prensa, de los pinches periodistas carroñeros, por preguntar como preguntan. ¿Qué habría querido decir el hombre más poderoso de México cuando pide “autolimitarse” a la prensa? ¿cuáles son las preguntas correctas?, ¿cuáles las inmoderadas?, ¿cuáles las descontroladas?, ¿cuáles las que se pasan de la raya, del límite?

Es un presidente que declara y declara y declara a la menor provocación, le gusta el reflector y los micrófonos, le choca el bajo perfil de los tecnócratas conservadores y fifís, nadie lo obliga a decir nada, es un echado pa’lante, lo hace por voluntad, sacrificando su propia seguridad y la de quienes lo acompañan (prensa incluida), aún a costa del sentido común y de las consecuencias que la locuacidad pueda provocar en quién llevará las riendas de una nación.

Bien por Andrés, no será un presidente aburrido, no será un fifí acartonado, es un hombre del pueblo por el pueblo y para el pueblo, ¡bien, muy bien por Andrés!, pero también es un tipo responsable de sus palabras, ¿o no?, porque eso de echarle la culpa a la prensa por andar preguntando… suena peligroso.

¿Qué no es la función del periodista cucar a las fuentes para que den nota?, ¿qué no dice él mismo que la polémica es buena porque de ahí la gente habla de los temas?, ¿qué no se ha aprovechado él mismo de cómo la prensa cucó a sus adversarios?, ¿si un presidente declara la guerra a un país enemigo durante una entrevista, la culpa es del periodista por preguntar?, ¿si un presidente declara que una mujer merecía ser violada por su belleza, la misoginia se hace corresponsable entre el mandatario y el reportero?, ¿es Creelman, entonces, corresponsable de la Revolución Méxicana por su entrevista a Porfirio Díaz?, ¿Creelman era un chayotero o parte de la prensa valiente?

Andrés Manuel viene de una confrontación permanente con el poder, ahora, que él es el poder, tendría que dejar su rescoldo a las paranoias y las teorías conspirativas para los reptilianos del Youtube y cambiarlo por una argumentación, si bien igual de estridente, tan fina, tan de jaque a los ultramontanos, que sea imposible compartir el crédito.

Andrés Manuel López Obrador lo sabe mejor que nadie, ni las derrotas ni las victorias son eternas.

DE COLOFÓN.— Estuvo, al menos, tres veces en la cárcel. Todavía cree en la teoría geocéntrica donde él lo es todo aunque nadie lo tome en serio. Pudo ser muchas cosas, pero terminó como un mendigo de tragos a cambio de filtrar fotos de los comensales en restaurantes que lo hacen sentirse poderoso, más bien onanista.

Dice que se sabe de memoria el Capital de Marx, pero esta revolución no le hizo justicia.

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