Estamos en el peor escenario posible frente a 2018. Cuando pensamos que las cosas no pueden agravarse llegan nuevas sorpresas, la última, evidentemente, la destitución de Santiago Nieto frente a la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales, a unos meses de arrancar las campañas presidenciales.
Santiago Nieto es un tipo franco que puede llegar a ser incómodo para muchos actores políticos. Con una Fepade que tiene poco menos de la mitad del presupuesto del partido más pequeño en el país, el PES, y apenas con poco más de una centena de ministerios públicos, Nieto llevó investigaciones penales que incidieron en algunos de los casos más relevantes para el país.
Santiago Nieto, además, descubrió una nueva modalidad de trampa en los comicios. Durante las elecciones locales en Chiapas detectó cientos de cambios de domicilios de algunos estados del país a localidades donde habría votaciones, el esquema es muy simple: varios ciudadanos se dan de baja en sus lugares de origen y cambian su domicilio al lugar donde habrá elecciones, el día del sufragio son transportados en masa para votar por el candidato que operó el acarreo y le emiten sus votos legales, pero con un claro fraude de fondo. Al asunto le denominó “turismo electoral”, y logró consignaciones importantes.
Espero equivocarme, sin embargo, en México parece que las teorías de la conspiración a veces toman gran fuerza por la falta de credibilidad institucional y porque, la verdad, muchas cosas son posibles aunque termine forzándose la imaginación. ¿Será que la salida de Nieto obedece, en realidad, a una estrategia por debilitar a las autoridades electorales y dar pie a que se pueda operar de la manera más sucia posible? Peor aún, ¿será que en el fondo hay una estrategia jurídica de alto nivel para anular juicios que pondrían en jaque a altos funcionarios o incluso le quitarían el presupuesto o, peor, el registro al PRI?
De fondo, sin paranoias de por medio, el asunto que hoy tiene en jaque al Senado de la República consiste en conocer si Nieto violó o no el derecho a debido proceso de los inculpados en las investigaciones realizadas, sin embargo, ante la crispación en el ambiente político, hoy se habla de censura y estrategias maquiavélicas con rumbo a la maquinación de trampas electorales.
Pero si la remoción es cuestionable, la lucha contra la misma puede ser condenable, la estrategia que ha emprendido la oposición cohesionada del PAN, PRD, MC, Morena y PT en el Senado pone en riesgo la aprobación del presupuesto y además podría incluso retrasar la entrega de recursos en los estados. Al final, en época electoral, parece un balazo en el pie que en lo tórrido de la protesta se antoja, aún, desapercibido.
DE COLOFÓN.— Récord: más muertos en décadas, ¿para cuando la estrategia?... una que sirva.