Tienen que tragarse la rabia, pasar la impotencia tan amarga que raspa en la garganta hinchada por los gritos, por el terror y por la frustración.

Fueron ocho vándalos, con otros tantos mirones, que les pegaron una, dos, tres, muchas más veces a Alejandro y a su esposa, le robaron una cámara al periodista que documentaba cómo hacían los salvajes para destrozar un inmueble y romperlo todo, según ellos, en busca de marihuana y marihuanos.

Alejandro sacó las fotos y le costó una madriza, quizá la madriza de su vida, su mujer se abalanzó sobre él cuando la gresca, ¿o la abalanzaron sobre él?, nada claro porque llegaron en estampida energúmenos, animales, las bestias contra sus dos víctimas, ¿serían igual de valientes en un enfrentamiento de uno a uno?, ¿no les enseñaron a los gañanes que a una mujer no se le toca y menos entre ocho?... quizá les enseñaron algo, pero a esos lastimosos restos de hombres no les entra un carajo en el desecho de su cerebro.

No tengo el gusto de conocer ni a Alejandro ni a su esposa, escribo indignado por lo que he visto. Le cuento que a nuestras manos llegó un video tomado del C5 que nos fue filtrado por alguien, de la tropa, que tiene terror de ser involucrado en una de las patanerías más sublimes en la historia de la policía capitalina, que ya es decir… porque, son tan cobardes, tan cagones, tan patéticos que quisieron culpar a los que no eran, a los que no hicieron nada, a los que ni siquiera estaban en el lugar.

En las primeras horas del ocho de julio, en las calles de Doctor Vértiz y Doctor Andrade en la Ciudad de México, Alejandro Mendoza, de Reforma, e Isidro Corro, de Tv Azteca, cubrían un operativo de la policía capitalina que estuvo cargado de excesos, cuando Alejandro no obedeció la orden de no tomar fotografías y largarse del lugar, los agentes se le fueron encima a él y a su esposa.

En el video puede apreciarse la agresión, las patadas con saña, el casco que se quita un agente para con él golpear a la pareja tendida en el suelo y… lo más indignante: cuando la esposa de Alejandro está levantándose, evidentemente desorientada por la paliza, un agente, al parecer Jefe de Sector, toma su radio, del tamaño y peso de un pequeño ladrillo, y con él lanza dos golpes más a la cabeza de la mujer. (https://www.facebook.com/luiscardenasmx/videos/10156405931041092/?t=48).

¡Carajo!, policías que golpean a una mujer… ¿entendemos la gravedad?, ¡son ocho animales que con toda saña se lanzan contra una mujer!, ¡para que aprendan a respetar!, ¡pinches periodistas!... Neta, ¡no mamen!.

Pero, ¿qué podemos esperar de los subordinados que siguen el ejemplo del Jefe Apolo acusado una y otra y otra y otra vez de abusos de autoridad y de corrupción?, ¿qué podemos esperar de un José Ramón Amieva tan timorato que hasta pavor le da nombrar a las bandas de chicos malos que operan en la ciudad?

¿Y se extrañan de la derrota electoral?... Se lo tienen bien ganado.

Ojalá que, al menos, por lo que pueda quedarle de dignidad al peor gobierno capitalino en la historia democrática de la ciudad, que los policías cambien su uniforme por uno de esos que usan en la cárcel.

Dicen que en la cárcel enseñan, y enseñan muy bien, a no andar de cabroncitos, ocho contra una mujer y su marido.

¡Qué coraje!

DE COLOFÓN.— Nicolás González Perrín no capturó al Chapo él solito, fue el esfuerzo de toda una Corporación que ha sido un gran ejemplo en el país. Desde la soledad, él hablará a título propio y no a nombre de la Policía Federal.

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