La cuarta transformación inicia sin oposición alguna, por ejemplo, parece que más temprano que tarde un desdibujado y famélico PRI será comparsa de lo que sea para sobrevivir: ya quieren robarse una foto de la prensa con su tupperware en mano, esperando una palomita de las encolerizadas redes, las virtuales y las de verdad, que los sumieron en lo más hondo de la alcantarilla política nacional.

¿Alguien les cree?, ¿se darán cuenta siquiera que, sin importar sus aplausos y sus votos, siempre serán la escoria de la escoria en el nuevo régimen hegemónico?, ¿que nunca dejarán de ser priistas?, ¿que siempre deberán el perdón?

El PRD se antoja en un proceso casi insalvable por desmedrado (y desmadrado también), es que nada más no hallan su identidad, ¿qué son?, ¿izquierda?, ¿socialdemócratas?, ¿derecha moderada?, ¿progres?, ¿liberales?, ¿conservadores desde la perspectiva de la izquierda radical?, ¿radicales desde la perspectiva del neoliberalismo que apostó a la reforma energética?, ¿son algo aún?... Sí, son poquitos.

Ante la cuarta transformación que muestra un claro, e ideológicamente válido, discurso opuesto al liberalismo económico y al contrapeso democrático, el PAN debería de ser la oposición natural por ideología definida. Debería, pero no.

En los últimos años la falta de inversión en cuadros preparados para el debate, la conciliación y la oposición política en las nuevas generaciones de panistas los han llevado a una pérdida de rumbo, a una brújula quebrada para el México contemporáneo.

Optaron por el marketing barato de segunda mano, secaron su creatividad en apostarle al pasado, le vieron la cara a su militancia no registrada, a la de a pie, a la que votaba siempre por ellos porque creía en ellos y hoy los abandonó tal y como abandonada se siente y abandonada está porque nadie la representa.

Jugaron a ser presidentes con traiciones a cuestas, siempre contra la militancia no registrada, se pasaban el trono a pretexto de nuevo periplo, de nueva ocurrencia, de un nuevo hinchazón de bolas de la gana. Cosa curiosa, a los defensores del libre comercio les valió madre su mercado.

Todo apunta a que Marko Cortés será el nuevo presidente del PAN junto a un Héctor Larios que reculó de la resistencia porque, al final, ellos, los de Anaya, tienen los votos, se hicieron de la mayor tajada del partido, de la militancia con credencial, han pactado, eso sí, dicen los cercanos, la cabeza de Damián Zepeda en el Senado a cambio de las cenizas para rezarle a un ave fénix impotente. Otra presidencia que nacerá de una traición. Van bien.

¿Y la cuarta transformación?... I can’t believe it’s not butter!

DE COLOFÓN.— ¡Dicen que les hicieron fraude! A puñaladas iguales, llorar es de… Así quedó su credibilidad por allá, en los municipios del norte.

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