Al menos, esperanza.

¿Qué nos queda ante la afasia que nos dejó el pavor de tanto muerto y de tanta sangre y de tanta injusticia?, al menos, antes de estallar al fondo del abismo, de convertir a la nación entera en un fiambre de rencores y dolor, al menos nos queda la esperanza.

El Ejército y la Marina seguirán en la calle y poco a poco cambiarán su nombre, convocarán a los nuevos reclutas de la nueva amalgama armada: serán cincuenta mil muchachos, oblatos de la 4T, dispuestos a dar su vida para rescatar a México de lo que aún pueda ser rescatado, porque casi todo tendrá que volverse a construir.

Habla el presidente, lo de electo ya sobra, sobre la institución básica de la familia, sobre la pérdida de valores, sobre la razia a nuestra cultura… Son bonitas intenciones con sibilinas precisiones, ¿con las becas a los jóvenes nos basta?, ¿con una Constitución Moral y ya?, ¿cómo cerraremos un lupanar del narco donde venden los cuerpos de niñitas a macarras, a cerdos, a gente a la que no le basta ni el discurso de la mexicanísima unión y vomitó la moral en una fosa clandestina?

Serán más los buenos que los malos en el sabio pueblo, quizá sí, pero los malos vaya que son muy malos: hace unos días una muchacha, no, los restos de una muchacha carneados en una maleta, un mariachi asesino que dispara en el centro de la capital, tráilers con cuerpos que se pasean en Guadalajara y miles, cientos de miles de asesinados de la forma más vil, ¿qué hacemos?, ¿en concreto?

Militarizar, con otro nombre, con otro uniforme, con un discurso apegado a los derechos humanos como vodevil, pero usando la fuerza bruta tras bambalinas, en eso, nada cambia y nada sorprende, ni siquiera el discurso.

Bien por atreverse a entrar al debate de las drogas, desgraciadamente despenalizar la mota no bajará mucho los índices de violencia, pero coadyuvará a terminar con la estulticia a que se aferró al discurso oficial.

Bien por hablar de la prevención, por salirse del arquetipo de los balazos contra la metralla, por darse cuenta del hambre, de la injusticia, de los excluidos, por eso ganaron con treinta millones de votos, pero eso se resuelve a largo plazo, ¿y mientras tanto?

Bien, muy bien, por fortalecer la Unidad de Inteligencia Financiera y combatir a la mafia, a la mafia de verdad, en donde más le duele, por quitarle dinero y rastrear la ruta del blanqueo de capitales.

Mal, pésimo, sobraban las imprecaciones a la Policía Federal, la mayoría de sus elementos y no “honrosas excepciones” han dado su alma, su corazón, su vida entera a este país, no merecían el desprecio del Presidente, es su estilo, nada personal, ni modo.

Al menos, sembró esperanza, parece anodino frente al infierno que nos ha devorado durante años, pero al menos volvió a sembrar esperanza.

Y sí, hay que acabar con la corrupción sin abarrotar las cárceles.

DE COLOFÓN.— El Mayo Zambada es el líder del Cártel de Sinaloa que, unido al gobierno federal, controla la principal fuente de abastecimiento de drogas en Estados Unidos. El Chapo no era tan importante. Es la apuesta con daño colateral de regalo: el gobierno gringo deberá, sí o sí, investigar los nombres que se declaren en el juicio y la lista es larga.

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