Parece la elección más aburrida en la historia contemporánea del país: un puntero de principio a fin, un segundo lugar muy claro y estable pero, eso sí, relativamente competido con el tercer lugar y... un independiente más bien testimonial.

Creo que Andrés Manuel López Obrador será el siguiente presidente de México, tendría que pasar algo verdaderamente explosivo, fulminante, radical, muy radical, extraordinario al grado de lo increíble para que las actuales tendencias pudieran revertirse y el puntero de punteros fuese derrotado.

Creo también que Andrés ganará, de menos, de piso, leve, por 10 puntos y que tendrá el mayor apoyo y legitimidad que ha tenido un presidente desde hace 24 años.

Seguramente, Morena y su alianza serán la primera fuerza en el Congreso y tal vez, medianamente probable, logren incluso la mayoría simple en alguna Cámara o en ambas.

Además, López Obrador tiene en la bolsa las gubernaturas de Ciudad de México, Morelos, Chiapas y Tabasco y pelea con fuerza Veracruz y Puebla.

Sí, Andrés Manuel será un presidente poderoso, el más poderoso en los últimos 24 años, si le va bien, puede que en 2021 tenga un apoyo institucional muy similar al que tuvo el priato antes de Zedillo, el carro, el cayuco completo.

Y podrá hacer lo que le plazca, para bien o para mal del país, podrá orquestar las reformas que se le antojen o desaparecer las que considere privatizadoras y neoliberales, podrá regalar dinero con cargo a la deuda o a la inflación o a lo que se le ocurra, podrá mandatar el rumbo del país al socialismo moderado o al comunismo anquilosado o al capitalismo salvaje, podrá cambiar el sistema de justicia penal y mantener la dependencia del procurador al Presidente, pero con otro nombre para que suene bonito, o podrá impulsar la autonomía de una Fiscalía, podrá fortalecer la transparencia o desmantelar los actuales contrapesos como la Secretaría de la Función Pública, el Sistema Nacional Anticorrupción y la Auditoría Superior, podrá engrandecer a los sindicatos charros o cambiarlos por organizaciones productivas y generadoras de riqueza… Literal, podrá hacer lo que le plazca, siempre, claro está, con un coste o una consecuencia a cargo de la nación.

Cuando Andrés Manuel sea presidente, mejor, cuando Andrés Manuel sea el presidente más popular en la historia contemporánea de México, se le habrá acabado el argumento de la corrupción como la madre de todos los males del país, la mafia de poder estará a sus pies, tal vez hasta agradecidos por la amnistía y sin afectar ni una pizca sus decisiones… ¿entonces, a quién culpar cuando las cosas salgan como no quiera que salgan?

Porque, ¡maldita la cosa!, a veces las chingaderas que pasan no tienen nada que ver con la corrupción ni con los aviones ni con los potentados…. Sino con un desgaste heredado desde hace muchas, muchas décadas o por la mezquindad de sociópatas que matan por dinero, poquito o muchote, o por el mentado entorno global que se lleva entre las patas a economías emergentes o que las propulsa al cielo, a veces las chingaderas que pasan tienen que ver hasta con la suerte.

Después de las elecciones, si gana Andrés Manuel, como creo que ganará, seguiremos siendo un país que tendrá que salir avante, unido y aceptando realidades más allá de dogmas, entendiendo problemas complejos que no se solucionan de un plumazo ni en un sexenio.

Después de las elecciones viene lo más cabrón: toca gobernar y seguir construyendo.

Ojalá que el presidente más poderoso de México en la historia contemporánea sepa que los pretextos se acabarán y que su bolsa de cariño popular está proporcionalmente ligada al cumplimiento de las expectativas que prometió.

Gobernar la Ciudad de México no es gobernar al país… pero puede ser un buen punto de partida.

¡Suerte, para todos!

DE COLOFÓN.— Por alguna curiosa razón el tercer y el segundo lugar en las encuestas presidenciales decidieron declinar a participar en un programa de radio al que acudían con frecuencia, el primero nunca ha estado. No es nada personal, decía la canción.

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