Ni siquiera entre la “unidad” de la coalición que llevó a López Obrador a la Presidencia del país existe un apoyo absoluto a la consulta por el aeropuerto. Al contrario, la preocupación se esparce al grado del boicot…. O de lo que pueda parecerse a una queda protesta, tímida, timorata, famélica.

Para el presidente electo, dicen, Texcoco es una obsesión, representa el símbolo del pueblo que ha vencido a la mafia del poder, que se ha levantado contra los saqueadores, contra los conservadores que han venido pisoteando a los pobres desde hace más de 200 años, ésta es una victoria cargada de rencores y frustraciones, es un capítulo necesario en las primeras páginas de la historia de la cuarta transformación, es algo así como su expropiación petrolera, ¡y qué importa que se pierdan cien mil millones o los que sean!, el pueblo se unirá y saldrá avante, México resurgirá de una ola de corrupción y todos juntos, como esa ave de tempestades a la que no manchan ni una pluma y… Y se jodió el asunto.

En la pregunta de la consulta no cabe la respuesta de la inversión privada pero sí, en cambio, la de reacondicionar el actual aeropuerto y el de Toluca para que en el futuro se construyan dos pistas en Santa Lucía, luego entonces, el votante tiene, de facto, estos dos caminos: aprovechar el aeropuerto actual y el de Toluca en lo que se construye Santa Lucía o desperdiciar el aeropuerto actual y seguir “gastando” en Texcoco.

Así como el proyecto de la cuarta transformación fue ignorado por la mafia oligárquica, así es ignorada ahora la mafia en la consulta popular, vendetta pura, el camino a la justicia y a la reivindicación del pueblo excluido. Parecen las primeras pinceladas del desastre económico que se avecina.

Los mercados aún confían en el resultado de las encuestas publicadas, todas, a favor de Texcoco, parece que apuestan a que el asunto del plebiscito no es más que una justificación para enterrar la propuesta de campaña de AMLO que considera inviables los entretelones de la nueva forma de hacer política en México, aún les parece un asunto tangencial y justamente por eso es que la cancelación de Texcoco activará alertas de pánico entre los inversionistas.

Para el presidente electo, y un equipo rejego a señalarle desaciertos, cancelar el aeropuerto no es un problema grave, “quieren espantar con el petate del muerto”, empero, sí consideran la acción como una oportunidad magnífica para enviarle un mensaje al mundo de que ahora, en México, es el pueblo el que manda. De alguna pueril manera consideran que los mercados internacionales se someterán a la voluntad del pueblo bueno que no usa aeropuertos pero sí cancela proyectos multimillonarios, piensan que así ganarán un respeto que consideran les fue arrebatado, insisto, es el brío cargado de rencores y frustraciones que verán su mejor objetivo en los números de la verdadera mafia conservadora.

A estas alturas, sería mucho mejor que el presidente electo y su equipo hicieran oficial la cancelación del proyecto de Texcoco por decisión propia y no por una consulta con menos del 1% de participación nacional, al menos el golpe sería claro y podría comenzar a trabajarse desde ya en el control de daños.

O, claro, siempre está la opción de confiarse de la suerte.

De Colofón. Aunque duela: no, no somos una potencia petrolera.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses