El limbo político que se vive en México se puede ver a través del seguimiento del que aún es el gobierno en funciones, sobre la que se autodenominó “caravana migratoria”. Inicialmente el gobierno federal desplegó una propuesta de regularización que buscaba contener el avance del numeroso grupo, principalmente de centroamericanos, que ingresaron al país por la frontera sur de México a finales de octubre. Se anunció la estrategia “ Estás en tu casa ” en un “ingenioso juego de palabras”, -disculpen la ironía-, de la frase tan mexicana como el mole, “mi casa es tu casa”. No sirvió la propuesta para detener la marcha y ahí es donde los estados y las organizaciones de la sociedad civil organizada entraron en acción para dar respuesta en cada una de las etapas de este grupo caminando a través del país. Algunas entidades y sociedad civil brindaron apoyo básico como hospedaje provisional, alimentos y ayudas elementales como baños, aseo, muda de ropa (Chiapas, Oaxaca, Puebla). Otros, demostraron la mezquindad de sus gobernantes como ocurrió en Veracruz donde se les prometió transporte y luego simplemente se negó la oferta.

Desde la Ciudad de México se instrumentó lo que se llamó puente humanitario que buscó adelantarse a los caminantes acompañándolos desde lugares previos a su arribo. Ante su arribo la ciudad desplegó carpas en el centro deportivo y de espectáculos Magdalena Mixhuca donde la caravana pudo instalarse como un todo por varios días y donde se ofreció además del apoyo previo, atención médica, información legal, apoyo psicológico y hasta actividades lúdicas que sirvieron sobre todo a los más pequeños.

El grupo decidió continuar su viaje y aunque permanecen en la CDMX casi 500 personas, la realidad es que el tema dejó de ser nota de primera plana y los reflectores se fueron al norte. Esto confirma que el tema migratorio solo es relevante cuando sale en televisión en horario estelar si no, es invisible para la mayoría como lo ha sido por años.

Por su parte estados como Jalisco, Nayarit, Sinaloa y Sonora optaron por acelerar lo más posible el paso de los caravaneros por sus entidades, quienes fueron obligados a rodear las ciudades. Esto dio mínima visibilidad al tema en cada uno de estos estados aunque la tensión fue extrema.

Sin embargo, nada como lo que ocurrió cuando el primer grupo llegó finalmente a Baja California, específicamente a la ciudad de Tijuana donde se han dado actos de rechazo como no se vieron a lo largo de todo el trayecto que cruzó el país entero.

Ahí, el gobierno local de Juan Manuel Gastelúm, del PAN, saltó a la fama mundial como el Alcalde Trump por exaltar un discurso que en lugar de mantener la calma y llamar a poner por encima los derechos humanos, polarizó a la población ante la llegada masiva de población. Ciertamente Tijuana enfrenta una circunstancia muy distinta a la del resto de toda la travesía ya que un numeroso grupo de migrantes forzados se instalará en dicha entidad por varios meses con la intención de recibir asilo en Estados Unidos.

Lo que muestra este recorrido es que el desafío migratorio en México es un asunto que concierne a todo el país y no puede dejarse a la suerte de los estados su respuesta y atención. Se tiene que apoyar especialmente a las entidades que acogen a los migrantes , pero éstas y sobre todo sus gobernantes, tiene que poner por encima de sus propios intereses nuestras leyes que parten de que los derechos humanos no tienen nacionalidad.

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