El futuro económico de México y del mundo depende de la preparación de las próximas generaciones. En particular, de su capacidad de aprender nuevas cosas y adaptarse a los cambios exponenciales de los próximos años. De ahí la importancia de que Ricardo Anaya, Andrés Manuel López Obrador, José Antonio Meade, Jaime Rodríguez y Margarita Zavala se comprometan, mediante la firma del Pacto por la Primera Infancia, a garantizar que las niñas y los niños crezcan en un entorno que favorezca el desarrollo de todo su potencial.

De acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), la productividad laboral en México creció apenas 0.3% promedio anual entre 2002 y 2016, mientras que el promedio anual de los demás países miembros es de 1.2%. Aunado a esto, sabemos que México es el país miembro de la OCDE donde más horas se trabaja por año, con un promedio de 2,255 horas, es decir, aproximadamente 43 horas a la semana, mientras que en Holanda y Alemania la cifra es de 26 horas por semana. ¿Por qué sigue estancado en materia de productividad?

Uno de los temas relacionados directamente con la productividad de un país es asegurar el desarrollo de capacidades desde la primera infancia, incluso antes de entrar a la escuela primaria. No en vano una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible es asegurar que todas las niñas y niños tengan acceso a servicios de atención y desarrollo en la primera infancia. ¿Qué tan lejos está México de alcanzar esa meta? El último dato publicado del Sistema Nacional de Información en Educación indica que para el ciclo 2017-2018 más del 20% de niñas entre 3 y 5 años estaban fuera de preescolar. No obstante, no tenemos la misma claridad sobre la atención que están recibiendo los niños y niñas menores de 3.

Con la creación e implementación de programas y políticas efectivas para la Primera Infancia, la sociedad puede asegurarles a las niñas y a los niños cimientos sólidos para un futuro productivo, y esto se traduce en un país más desarrollado, con mayor riqueza y menor desigualdad. No es un tema nuevo, académicos de gran renombre como Eric I. Knudsen, profesor de neurobiología de la Universidad de Stanford y James J. Heckman, Premio Nobel de Economía en el año 2000, han sostenido que la mejor estrategia costo-beneficio para fortalecer la fuerza laboral y productividad de los países es invertir, tanto recursos humanos como financieros, en programas y acciones que propicien un desarrollo temprano óptimo y saludable, sobre todo en niños que nacen en la pobreza y en entornos con menos oportunidades: “Prevenir es más efectivo y menos costoso que remediar, y temprano es mucho mejor que tarde”.

Ante el panorama cambiante de los próximos años, la adaptabilidad de la fuerza laboral será determinante para que las empresas y los trabajadores mexicanos cosechen los beneficios que ofrecen los adelantos tecnológicos y así, nos integremos cada vez más a la economía mundial. El Pacto por la Primera Infancia es el primero de muchos pasos que el próximo presidente de México debe tomar para sentar las bases de una mayor productividad.

Presidente y fundador de Un Kilo de Ayuda

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