Cuando Ricardo Monreal dio a conocer la encuesta espejo que él mismo encargó, y que lo daba por ganador 5 puntos por arriba de Claudia Sheinbaum, ésta comentó: “No sirve de nada realmente generar expectativas con encuestas espejo que nadie sabe quién las hizo” (Radio Imagen). Pero sí se supo que esa encuesta la levantó la Red de Académicos Universitarios, mientras que la oficial que dio por ganadora a Sheinbaum no se sabe quién la hizo; su legítima duda sí aplica en ese último caso. Al día siguiente de haberse anunciado su triunfo, señaló Sheinbaum que la encuesta no podría darse a conocer sino cuando iniciara la precampaña, para no violar los tiempos electorales. Pero presuntamente se trató de elegir a la “Coordinadora de Organización” y no a la candidata al gobierno capitalino, por lo cual, en principio, no había problema con dar a conocer la famosa encuesta. De seguro la estrategia era relegar esa divulgación para cuando ya todos hubieran olvidado el asunto. Pero la presión en la opinión pública llevó a Morena a dar a conocer la encuesta a los medios (sin importar ya lo que dijera o no la ley electoral). Era muy grande la duda de si la tal encuesta siquiera había existido.

Se puede inferir que el sondeo fue realizado para convencer al público en general —y no tanto a los morenistas— del carácter democrático de la decisión. Con los morenistas no había problema ni necesidad de mostrar —y quizá ni levantar— la encuesta, pues como dice Yeidckol Polevnsky “Los militantes y simpatizantes de Morena están en Morena porque creen en Morena y porque creen que en la integridad de Morena y porque saben que nosotros hacemos las cosas de forma diferente”. Ni las iglesias logran despertar tanta fe en su feligresía.

En la encuesta aparece en primer lugar Sheinbaum con 15.9% de intención de voto, Batres con 10.1% y Monreal con 9.7%. Éste último considera que habría cosas que revisar del sondeo antes de darlo por definitivo (como ocurre en un litigio poselectoral), y dice haber detectado algunos errores que pide sean corregidos, además de la opacidad y discrecionalidad con que se realizó (algo que evoca al “voto por voto” de 2006). Y deja abierta una puerta legal para rectificar la decisión, al recordar que la encuesta fue levantada para nombrar al “coordinador de Organización Territorial, pero “no para candidato a jefe de Gobierno, ya que aún no son los tiempos para ello” (Milenio, 29/Agosto/17). Es decir, podría realizarse un nuevo proceso para elegir, ahora sí, al candidato cuando lleguen los tiempos legales para ello.

Según ha dejado entrever en varias entrevistas, Monreal esperará a que le respondan la demanda para revisar la encuesta, o el anuncio de que se celebrará otro proceso más tarde, antes de tomar la decisión de salir de Morena, pues dijo no estar interesado en una senaduría (que le ofreció Morena el sábado), sino sólo en el gobierno capitalino (de la mano de quien sea). Pero como AMLO no suele corregir sus decisiones ni reconocer sus errores, la probabilidad de una ruptura con Monreal se eleva significativamente. Por lo pronto, los obradoristas en las redes no lo bajan de traidor. Y es que sólo López Obrador tiene derecho a inconformarse y patalear cuando pierde una elección, nadie más.

Profesor del CIDE

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