No hay fecha que no se cumpla, plazo que no venza, ni deuda que no se pague, así decían los abuelos cuando usaban los refranes para referirse a las situaciones que la vida presenta, y que viene a bien porque ayer, domingo 11 de febrero, se terminaron las precampañas de los aspirantes a la Presidencia de la República, quienes se volverán a medir en unos meses, en la última de las etapas del proceso electoral 2018.

Como toda empresa o acción humana que pretenda alcanzar una meta, las acciones realizadas deben evaluarse y ajustarse, así que, en los cuartos de guerra de los precandidatos, con seguridad habrá, en las horas y días por venir, largas sesiones de trabajo.

Pero también los ciudadanos y analistas tienen sus conjeturas, y con los datos disponibles nos preguntamos: ¿quién ganó? Y desde luego muchos darán la respuesta de acuerdo con sus preferencias electorales; pero más allá de las filias y las fobias, las encuestas pueden ser un buen termómetro para dar respuesta a la interrogante.

La encuesta que publicó Laredo&Buendía en EL UNIVERSAL, El Gran Diario de México, y la que siguió de Parametría a cargo Francisco Abundis, nos dan un ganador indiscutible: Ricardo Anaya de la alianza Por México al Frente.

Ni la división al interior del PAN que algunos promovieron ni los fuertes ataques que recibió desde el sistema pri-gobierno impidieron que alcanzara la nominación a la precandidatura por tres partidos nacionales; y trabajando desde abajo, con buena estrategia de medios, puso en claro, muy pronto, que la batalla final por la presidencia será entre dos, pues el PRI quedó muy rezagado de los dos punteros.

A Ricardo Anaya debe reconocerse también la disposición para construir acuerdos, circunstancia que contrasta con el talante autoritario del otro. Ejemplo de ello se vivió en el estado de Morelos, donde se respetó la decisión local del PAN para negarse a ir en alianza con el gobierno emanado del PRD no sólo por su desastroso desempeño, sino por la galopante inseguridad y la mal oliente corrupción que le rodea, así como por la imposición de un sucesor más que de un candidato, como si transitáramos en los tiempos de la monarquía.

El contraste es claro con el precandidato presidencial de Morena: siempre mandón, siempre por encima de sus militantes, de sus dirigentes y de sus normas. Apenas, en la mañana del domingo 21 de enero, su dirigente nacional y los otros integrantes de su coalición anunciaban que aún no tenían los resultados de su encuesta; AMLO no tuvo empacho en desmentirlos por la tarde y, desde Veracruz, anunciar que para Morelos su candidato sería el futbolista.

Las precampañas terminaron, los ánimos están ahora más encendidos. Lo que está en juego es nuestro destino; por eso nunca estará de más motivar, invitar, exhortar a todos los mexicanos a participar en la próxima elección, para que sólo los ciudadanos puedan decidir por mayoría el futuro de México.

Vicepresidente de la Cámara de Diputados

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