Desde su llegada al mercado, hace 10 años, Kindle ha sido tema de conversación habitual, primero porque abrió las posibilidades a una nueva forma de acercarse a la lectura con la posibilidad de almacenar cientos de títulos en un dispositivo que pesaba lo que una libreta, hizo temer a muchos editores, libreros y lectores la posible desaparición del libro impreso y: segundo, porque logró reestructurar la industria editorial dando vida a todo un ecosistema que de golpe tuvo que prepararse para la llegada de nuevos autores listos para autopublicarse sin depender de la aprobación de un editor o sin la necesidad de un ISBN (siglas para International Standard Book Number) a través de propuestas dirigidas a los lectores entusiasmados con un dispositivo que les ofrecía posibilidades distintas a las del formato físico, a esto abonó el hecho de que en un inicio la cantidad de libros disponibles estaba muy limitada.

A lo largo de estos 10 años, Amazon se ha esforzado para mantener a Kindle siempre vigente, tratando de ofrecer libros a precios accesibles, o con el lanzamiento en 2016 del proyecto The Kindle Reading Fund, un programa en colaboración con Worldreader, cuyo objetivo fue llevar a las comunidades en desarrollo dispositivos listos para ser leídos, logrando disminuir el nivel de analfabetismo en lugares como Kenya.

El mes pasado, Amazon lanzó al mercado el nuevo Kindle Oasis terminando así con los rumores de la desaparición de la compañía y del concepto del e-book, al que ni siquiera Apple ha podido superar. Además, en 2015 se optó por el uso de una fuente tipográfica mucho más legible que facilitaba la interacción con el dispositivo, se dejó de utilizar Caecilia y se optó por Bookerly, que facilita la lectura 2% para el ojo de un lector promedio.

Así que el campo para Kindle ha crecido explosivamente en los últimos años, el número de títulos registrados incrementó casi 375%. Esto comprueba que en estos últimos 10 años, Kindle ha logrado reinventar la forma del lector comprobando que los libros electrónicos pueden no ser el único futuro verdadero de la lectura, pero para millones de personas se han convertido en la principal forma de interactuar con la literatura a través de dispositivos tan a su alcance como un teléfono celular.

Hoy en día, Amazon, a través de Kindle, representa más de 80% de las ventas de publicaciones electrónicas, logrando colocarse por encima de la librería en línea Barnes & Noble, sin embargo y muy al contrario de lo que se pensó hace 10 años, los libros físicos siguen siendo solicitados por los usuarios gracias a que algunos editores apostaron por productos con mayor calidad en su elaboración y cierto valor añadido con alguna experiencia sensorial que ninguna tableta podría conseguir. Así que aunque cada día sea un poco más complicado vender un libro impreso, muchos de los que podemos encontrar en las estanterías de las grandes librerías del mundo son excepcionales, tanto como producto, como por sus contenidos.

@Lacevos

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