David “N”, El Pistache, fue detectado desde que agentes federales comenzaron a seguir el reguero de sangre que dejaba a su paso Roberto Moyado Esparza, El Betito, líder de La Unión Tepito.

Las autoridades sabían que El Pistache iba en una de las motos que participaron en la ejecución del viejo líder de La Unión, Francisco Javier Hernández Gómez, alias Pancho Cayagua.

Sabían que El Pistache facilitaba los departamentos y los autos que El Betito ocupaba durante los meses en los que, haciéndose pasar por empresario, sometido a cirugías estéticas, con ropa de marca y una drástica reducción de peso, procuraba evadir a las autoridades.

Cuando El Betito fue detenido al sur de la ciudad, los investigadores tenían claro que El Pistache sería su sucesor al frente de la organización criminal. Ambos habían crecido juntos. El Pistache era el hombre de confianza de Moyado Esparza.

La Agencia de Investigación Criminal de la PGR detectó a El Pistache hace varias semanas en el rumbo de Santa Fe. Había ido a una clínica a injertarse barba. Le tomaron fotos recorriendo las tiendas y los restaurantes de la zona. En pocos tiempo, relatan quienes participaron en la investigación, fue posible reunir una relevante colección de datos sobre el nuevo jefe de La Unión.

De manera simultánea se logró la ubicación del brazo derecho de El Pistache, Daniel Eduardo “N”, alias El Tiger.

Al igual que había hecho en sus días al frente del grupo criminal Roberto Moyado Esparza, El Betito, El Pistache y El Tiger hicieron lo posible por borrar de su aspecto todo rasgo que los relacionara con su barrio de origen.

Fingían ser empresarios restauranteros. Vestían en boutiques exclusivas. Se movían en autos de lujo. Se relacionaban con gente del espectáculo. Llegaron a tener relaciones sentimentales “con niñas de la tele”.

El Tiger se movía en Santa Fe, Polanco, la Condesa, la Roma, San Ángel y la Juárez. Según la AIC, elegía los sitios —restaurantes, antros, centros nocturnos— que la organización iba a extorsionar. Buscaba, asimismo, locales comerciales en zonas elegantes, para que La Unión pudiera establecer ahí negocios legales.

Y también manejaba la trata de personas a través de una compañera sentimental llamada Lía. Según los investigadores, Lía era la encargada de conectar y más tarde recaudar las cuotas que La Unión cobra a escorts de lujo que operan en Polanco, Condesa y Zona Rosa.

Contactos en el gobierno capitalino, las corporaciones policiacas locales y empleados de la delegación Cuauhtémoc alertaban tanto a El Pistache como a su operador, El Tiger, de los operativos desatados en su contra.

Tras un intercambio de información entre Sedena, Marina y la propia AIC, se decidió aguardar el momento en que integrantes relevantes de La Unión se hallaron juntos.

Las autoridades ubicaron el domicilio de El Pistache en el complejo de condominios de lujo High Park Santa Fe. Ubicaron también un grupo de domicilios en la colonia Narvarte, un barrio de la capital del país que desde hace tiempo se ha convertido en lugar de refugio de narcotraficantes que huyen de zonas exclusivas, a fin de pasar inadvertidos.

Se decidió llevar a cabo el operativo en el que, significativamente, participaron la Marina, Sedena y la PGR.

Los cateos efectuados por la autoridad se llevaron a cabo “en el momento preciso en que los principales operadores de La Unión Tepito se encontraban reunidos realizando el corte de la venta de droga y cobro de piso de la semana”.

El Pistache y El Tiger cayeron en Santa Fe. Seis miembros más del grupo criminal fueron aprehendidos en Narvarte. Vecinos reportaron un tiroteo en uno de los domicilios. Más tarde se supo que en éste se encontraba el responsable de la venta de droga en la zona de Satélite, Eduardo “N”, alias El Bandido.

El Bandido, según los reportes, resultó herido. Sin embargo, logró brincar desde un balcón y huyó.

Según el reporte oficial, hubo ocho detenidos, 30 armas largas aseguradas, envoltorios y dosis de droga hallados en maletas.

Hace varios meses, funcionarios de la delegación Cuauhtémoc solicitaron tanto a la Marina como a la Sedena que intervinieran en la demarcación: el involucramiento de las policías con la organización criminal era evidente.

A algunos de los elementos que tomaron parte en la investigación les sorprende que fue posible ubicar a los jefes de La Unión en cosa de semanas. Lo que no hicieron en años las autoridades locales.

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