Este fin de semana se dio el primer cese de un director técnico en el Clausura 2019. El Pachuca decidió darle las gracias al español Francisco Ayestarán, después de perder 3-0 contra el América.

Hay que ser muy sinceros y darnos cuenta de que el menos culpable es el estratega, porque estos pésimos resultados no son una novedad en la carrera de este hombre en nuestro país.

A otro que se le está terminando el discurso es a Rafael Puente con el Querétaro, y no estoy seguro que lo quieran aguantar mucho tiempo si el funcionamiento de la escuadra no mejora rápidamente, porque además de los malos resultados, parecería que se escuda en que le desarmaron el equipo con las salidas de Hiram Mier y Tiago Volpi.

Ya tienen al portero que vendrá a sustituir al brasileño y veremos si con la llegada de Nicolás Navarro, quien viene del San Lorenzo, las cosas pintan diferentes para un equipo que ha encontrado su mayor debilidad bajo los tres palos.

En Veracruz sucede algo muy parecido con Robert Dante Siboldi, quien después de conocer lo que es levantar un título como director técnico en nuestro territorio, apostó por dirigir al Veracruz y hoy está metido en un serio problema, que se veía venir con una de las peores directivas en la Liga MX.

Los despidos en México pasan más por la falta de un buen planteamiento directivo, que por la ausencia de capacidad de los entrenadores, quienes —aun cuando sus resultados no les ayudan— en algunas de las ocasiones se hacen necesarios cuando no se tiene claro a lo que se quiere jugar, y esto le ha pasado últimamente a clubes como Pachuca y Veracruz.

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