El Pacto de Caballeros es lo peor que le puede suceder a cualquier liga del mundo, aunque —curiosamente— el único lugar del planeta donde existe es en nuestro país. Esto es un acuerdo informal que se da entre dos o más partes y que puede ser de palabra, escrito o entendido como parte de un arreglo táctico de un beneficio mutuo.

En el futbol mexicano, existe y se da bajo el acuerdo verbal que tienen los dueños de los equipos, quienes le coartan la posibilidad de negociar con un nuevo club a los futbolistas, cuando ha terminado su contrato, atentando cada seis meses contra los derechos laborales, constitucionales y humanos de los jugadores.

Es por eso que la Asociación de Futbolistas Profesionales amenaza con parar la liga en la última jornada de este torneo, incluyendo la posibilidad de que los seleccionados mexicanos que juegan en Europa no participen en la Copa del Mundo en Rusia, si mañana no se llega a un acuerdo y este famoso pacto deja de existir.

Ha llegado el momento de levantar la voz y exigir que esto desaparezca de una buena vez y dejar de joderle la existencia a los que hacen posible este espectáculo en el terreno de juego.

Anteriormente, este tipo de acciones eran muy comunes en todo el planeta, pero eso cambió gracias al caso Bosman. Jean-Marc Bosman es un ex futbolista que jugó en el RFC Lieja en la década de los 80. Cuando su contrato culminó, el club le ofreció renovárselo por un año más, pero el jugador no quiso y terminó firmando con el Dunkerque francés. En ese momento, el Lieja le exigía al club galo un pago compensatorio, el cual —en ese momento— era muy común. Bosman decidió sacrificar su carrera y demandó al Lieja y a la Federación belga. En 1995, el caso se resolvió en favor del futbolista y en ese momento la FIFA prohibió ese tipo de prácticas; sin embargo, en México siguen ocurriendo.

Las frases más usadas por parte de los dueños y directivos cuando hacen este tipo de cochinadas son: “Si juegas en el extranjero e intentas volver a México, el equipo que te quiera deberá pagarle al dueño de la carta y también al equipo con el que jugaste por primera y última vez en nuestro país”. “Un futbolista nunca es libre, aunque ya no tenga contrato”. “Si te transfieren a un club en el que no quieras jugar, no importa que tengas contrato, no podrás estar con tu antiguo equipo y te quedarás seis meses sin jugar”.

Son sólo algunas de las tantas frases que suelen manejar los dueños del futbol en este país y que cada día están más cerca de perder este negocio de tranzar a como dé lugar a los futbolistas. Aquí, llegan a un acuerdo con la Federación, hacen las cosas siempre a escondidas, por debajo del escritorio y la Liga continúa. Al final, estos mafiosos hacen lo que quieren y la FIFA se hace de la vista gorda.

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