Un día, hace bastante tiempo, cuando apenas tenía 6 años, soñé con ser futbolista profesional, como muchos amantes de este deporte, lo soñaron de igual manera.

Lo intenté, entrené durante muchos años y me esforcé al máximo en todo momento, porque realmente era lo que más anhelaba, pero al paso del tiempo me fui dando cuenta que en este deporte o en cualquier otro, no sólo basta con soñar y entregarte al 100%.

Es por eso que admiro a cada uno de los futbolistas que llegan a cumplir su sueño de debutar en el Máximo Circuito y mucho más a quienes, a los 23 años, van a un Mundial, porque son años de trabajo, sacrificio y dedicación, para poder cumplir ese objetivo.

Hoy me ha quedado claro una vez más, que no basta con esforzarse o soñarlo con todas tus fuerzas, porque con la calidad se nace, y después de ver a otras selecciones, me duele más, el ver cómo en este país, cada cuatro años, nuestra Selección hace creer a la gran mayoría que se puede ser campeón del mundo, sin ningún argumento sólido , en donde además, tras un proceso mundialista lleno de errores y de no poder ver en algún lapso de ese tiempo, un sistema claro de juego, sacan mensajes que logran convencer a la afición, que siempre está con ellos.

Cuando llega el momento de jugar un Mundial , todo se convierte en un simple sueño, que casi nunca está soportado por algo real para los jugadores mexicanos, y el ejemplo está en que llevamos siete Mundiales sin poder avanzar de octavos.

Enfrente tuvieron rivales que seguramente soñaban con lo mismo, pero que contaban con mucho mayor calidad que ellos a la hora de tener la pelota y buscar el marco rival, y es ahí donde los equipos que están plagados de estrellas, brillan y los que sólo viven de ganas, se quedan en la orilla.

Seguramente los otros 31 representativos l legaron a este certamen con el pensamiento puesto en levantar la copa como mejor conjunto del planeta, pero como dicen por ahí, hay niveles y el trofeo parece estar más cerca de unos que de otros.

Las ideas y los sueños, siempre tienen que ir respaldados por la calidad, porque de no ser así, terminan como sueños guajiros.

Es la oportunidad para que esa generación de jóvenes que viene abajo, entienda de una vez por todas, que hay que trabajar al máximo en cada entrenamiento y buscar dejar la zona de confort del futbol mexicano y de una buena vez, se vayan a jugar en ligas de mayor nivel. El ejemplo lo tenemos con Guillermo Ochoa, quien se ha convertido en uno de los mejores del mundo, gracias a la apuesta de ganar menos y a aprender más.

Demos ese brinco, tenemos los próximos cuatro años para trabajar de una mejor manera y dejemos atrás la barrera de los octavos que tanto daño le ha hecho al futbolista mexicano.

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