En términos generales, en el partido de 180 minutos, que es lo que dura una final, sí fue superior el equipo de Tigres en entrega, ganas y estrategia. La diferencia estuvo en su director técnico.

Dos veces iba perdiendo, una en El Volcán 1-0 y en la vuelta, otra vez arranca perdiendo muy rápido. Con esa tranquilidad, la calma y la sapiencia, sobre todo, que le ha dado a Ricardo Ferretti tantos partidos de Liguilla, creo que eso fue la diferencia en el campo.

El árbitro central, Fernando Guerrero, hace uno de los trabajos más limpios. Me acuerdo de aquella final que dirigió hace año y medio contra Pachuca; otra final, Pumas-Tigres, que regresó Universidad de un 3-0, también hizo un buen trabajo.

Las jugadas más importantes, más nítidas, incluyendo el penalti que falla Avilés Hurtado, estuvo muy seguro, marcó muy cerca, muy concentrado y, sobre todo, muy profesional.

Hoy por hoy, es el mejor árbitro de México, sin duda ninguna. También hay que darle crédito a los asistentes: Marco Quintero y Pablo Hernández Luna. Ojalá México pudiera mandar a esa tripleta al Mundial, sería ideal, porque hoy están en su mejor momento.

Lamentablemente no es así y tendrá que ir otro, pero han demostrado, que han tenido una muy buena actuación, para demostrar el nivel del arbitraje nacional.

También es digno de reconocer que los jugadores se dedicaron a lo suyo. Las jugadas importantes, en las que pudo haber alguna polémica, las decisiones de Fernando Guerrero fueron siempre acertadas.

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