La piel es cada vez más sensible en las redes sociales cuando se habla de deporte. La polarización es evidente y los insultos, descalificaciones, son constantes. Basta que un periodista publique algo que no gusta sobre un equipo y las miles de respuestas son inmediatas, desde mentadas de madre hasta absurdas comparaciones que tanto daño hacen en el debate.

Si el América llevó a 200 aficionados a la recepción de Ménez, entonces los aficionados de Tigres responden que eso pasa siempre con su equipo y que con Gignac fueron más, o los de Chivas que presumen que son más populares y que lo que ocasionó el América lo hacen en cada aeropuerto. Si se publica algo sobre la grandeza de un equipo la respuesta con insultos es inmediata; en fin, hay nulo debate.

En Monterrey, hasta el periodismo está convencido de que en esa ciudad juegan equipos de la categoría del Real Madrid o Barcelona, y no hacen más que ver hacia el centro para criticar posturas. La historia de éxitos deportivos del futbol mexicano está todavía muy lejana al norte del país, y si bien son equipos que trabajan estupendamente, tampoco es válido que minimicen lo que sucede en otros lugares del país. El futbol mexicano no gira alrededor de Tigres y Monterrey, como tampoco de América, Chivas, Pumas y Cruz Azul, que aunque les caiga muy mal, siguen liderando en aficionados, audiencias y venta de playeras. 

Si llegaron 200 personas al aeropuerto de la Ciudad de México a recibir a Ménez, pagadas o espontáneas, se debe destacar como se destacó cuando lo hizo Zamorano, Gignac, Delort y otros futbolistas de talla internacional. Las redes sociales no son un escenario de guerra, deben cumplir otras funciones de mayor provecho. Es una belleza que en una comunidad exista de todo y para todos, pero aprendamos a utilizarlas y a entender que el debate inteligente nos dará mucho más que el absurdo insulto cotidiano. Lo peor es que sólo se intente tener razón, ser dueños de la verdad, como lo hacen algunos representantes de medios de comunicación, quienes no pueden decir lo que sienten en sus lugares de trabajo y se descosen en el Twitter como si vivieran una doble vida, o una doble moral.

Que no esté de acuerdo con el de enfrente no es suficiente para el insulto, en busca de tener la razón. Intransigencia, intolerancia, es el minuto a minuto en las redes sociales, aunque también debe quedar clara una cosa, son tan impersonales, que tampoco se deben tomar a pecho. Eso sí, cuando son cuentas verificadas, debemos estar al pendiente de reacciones tan cavernícolas. 

 @gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx

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