Aunque Villoro tiene varios libros para niños, esta vez me ocuparé de El fuego tiene vitaminas, ilustrado por Juan Gedovius, publicado por Editorial Almadía, en la ciudad de Oaxaca, México, en noviembre de 2014. Tanto el escritor como el dibujante nos entregan una obra que despierta de inmediato el interés, en el caso de los adultos, por leerla y compartirla con los niños, ¿por qué lo hacemos de esa manera? Porque es uno de los libros del cual los niños se apropian y lo que menos quieren es que salga de su territorio, porque claro, podría extraviar el camino de regreso; así que están advertidos.

Señores padres de familia, pongan libros en sus regalos a sus hijos, súmense a esta gran cruzada para que los niños se inicien en casa como lectores. Es la manera más segura de convertir nuestro país en una potencia cultural. Hagan un esfuerzo por esos niños y jóvenes que en pocos años estarán dirigiendo el destino de una nación que estudia, que piensa y que se divierte con las historias fantásticas, como este cuento de Villoro que exalta valores tan importantes como la amistad, el amor y la colaboración desinteresada. Julián, un niño que tiene un defecto en los ojos, ama a Rocío, su hermosa compañera de salón. Son amigos. Ella es una niña muy simpática, inteligente y le gusta vivir aventuras. Cada vez que se encuentra con Julián fuera de la escuela siempre le comparte una idea que al niño lo deja tieso, porque no se atreve a confesarle que le gusta y porque vive impresionado por la forma tan abierta y feliz con que ella se toma la vida.

Don Pedro García, fortachón de larga barba, es el herrero del pueblo y gran amigo de Julián. Tan amigos son que el niño lo visita todos los días en su herrería, El clavo ardiente, y le tiene más confianza que a su papá, y no es que su papá sea malo, simplemente el niño se siente más seguro en la herrería, lugar que también frecuenta Rocío. En una ocasión, don Pedro le regala un cuchillo y al día siguiente, que es sábado, Julián se interna en un monte cercano para marcar un árbol con las iniciales J y R. Al final teme que lo puedan descubrir los carrilludos de sus compañeros y se lanza hasta el Valle Colorado, una montaña a la que tarda dos horas en llegar. Allí le pasan dos cosas: encuentra un árbol apropiado y le pone su placazo; y, segundo, descubre una cueva de la que sale un ruido muy especial. Cuchillo en mano se acerca a la entrada y, ¿qué creen que descubre? En esta parte el cuento se pone tremendamente bueno y Gedovius se luce con un dibujo muy convincente.

¡Descubre un dragón! Se llama Yi Kan Lu y habla tan bonito como Villoro cuando da sus conferencias. Tienen que conocer a Villoro, es una gran persona que nació en la ciudad de México y es uno de los escritores mexicanos más queridos y leídos. Pues resulta que Yi Kan Lu habla, es inteligente, y vino desde China a México porque tiene un problema: no es capaz de lanzar fuego. Julián promete ayudarlo y ¿quién creen que sabe lo que hay que hacer? Exactamente, don Pedro García, que antes ayudó al padre de Yi Kan Lu a recuperar su capacidad de quemar. A la par que don Pedro se enteran las viejas más chismosas del pueblo que riegan la noticia, lo que hace que al presidente municipal, un tipo grotesco, lo primero que se le ocurre es atrapar al dragón para venderlo y organiza un grupo de gente armada para ir por él hasta el Valle Colorado. Cuando se encuentran el dragón les pregunta por Julián, ellos le disparan y debe salir huyendo para salvar su vida; pues sí, no tiene cómo defenderse.

Mientras eso, el herrero está preparando la mezcla que le hará recuperar su capacidad de lanzar fuego; Rocío y Julián están atentos al desarrollo del trabajo. Don Pedro los envía a sus casas porque hasta el día siguiente el remedio estará a punto. Julián está descansando y pensando en Rocío cuando llega el presidente municipal y sus guardaespaldas y le ofrece infinidad de cosas para que les diga dónde está el dragón, pero el niño guarda silencio y niega conocer su paradero. Lo que ocurre después es un ejemplo de lealtad de Julián a su amigo y una muestra de la capacidad del herrero para resolver cualquier cantidad de problemas; pero no se los voy a contar; sé que a los niños lectores les encanta descubrir por sí mismos cierta parte de las historias; por ejemplo, ¿de qué manera resuelve el problema don Pedro García? Y estoy seguro también que querrán saber si Rocío pudo ver el árbol de las iniciales y qué fue lo que pasó. ¡Feliz Navidad!

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