Con enorme placer, un numeroso grupo de escritores mexicanos hemos recibido la noticia de la reedición de la obra del maestro Jorge Ibargüengoitia con motivo de que ya era tiempo, carajo, y de que este año se celebra el 90 aniversario de su nacimiento. Buen rollo para este gran creador de universos paralelos, y sobre todo para nosotros, que lo admiramos por su extraordinaria fuerza creadora y la exquisita manera en que se saltaba las trancas que la decencia, entre comillas, intentaba imponerle. Gracias a los editores de Planeta México y al sello Joaquín Mortiz. Y para compartir mi alegría, comentaré mi relectura de Los pasos de López, publicada en la Ciudad de México en mayo de 2018.

Ibargüengoitia practicaba un arte: el arte de escribir bien; y en esta novela lo demuestra sin aspavientos. La prosa es perfecta, el tono es fársico, el tema es el principio de la guerra de independencia de 1810 sin dejar de lado a los héroes que nos dieron patria. Al menos es lo que percibí hace 36 años cuando leí la novela por primera vez, y lo que percibo ahora, que vuelvo a entrar en sus páginas donde hay nombres tan literariamente notables como el obispo Begonia, el padre Pinole, el marqués de la Hedionda, el conde de la Garnacha, Santa Redengada; y otros que son ejemplos para la literatura mexicana como Plan de Abajo, Muérdago, Cuévano, Cañada, Ajetreo, Huetámaro y otros. El autor hace un juego tan absurdo como divertido de la manera en que se organizaron los criollos para independizarse de España. El teniente artillero Matías Chandón es el narrador y el personaje principal es el señor cura Periñón, que también se firma como López. Ambos reúnen un grupo de hombres que se convierten en el ejército libertador y participan en los primeros combates. El ejército se forma con campesinos desarrapados que nada tienen que perder.

Con una perfecta progresión de acciones y atmósferas narrativas, Ibargüengoitia crea un universo probable en que todo ocurre en el momento preciso. El maestro nos muestra cada personaje en los momentos claves de su vida y su relación con el movimiento. El corregidor don Diego Aquino y su bella esposa Carmen son personajes importantes; lo mismo que el licenciado Manubrio, el alcalde Ochoa, el presbítero Concha, Borunda, Mesa, Ontananza, Aldaco, Bermejillo y Adarviles. El tejido de intenciones a favor o en contra entre ellos es claro y funciona. López, o sea, el cura Periñón, es un hombre querido que cabe en cualquier parte. Para manifestarle su odio el obispo lo ha enviado a Ajetreo, una parroquia pobre de la que Periñón, sin embargo, sabe sacar provecho. Es allí donde un día de septiembre hace un estandarte con la virgen Prieta, lo muestra a la muchedumbre que lo seguía y da el famoso grito de independencia. Ibargüengoitia, quien nació en Guanajuato en enero de 1928, y murió en Madrid, España, en noviembre de 1983, en un avionazo donde también, por cierto, perdió la vida la escultural Fanny Cano, es un maestro indiscutible del humor fino, ese que provoca sonrisas de todo tipo y eriza algunas pieles demasiado sensibles. En la presente novela quedan en evidencia algunos puntos de las personalidades que nos dieron patria, que las humanizan, y que dejan algunas preguntas cuyas respuestas nos llevarían a entender mejor su proceder; por ejemplo, ¿qué iglesia fue la que los excomulgó?

Además de Los pasos de López, el grupo Planeta ha puesto a nuestro alcance Las muertas, Dos crímenes, Sálvese quien Pueda, Los relámpagos de agosto, Maten al león, Viajes en la América ignota, La casa de usted y otros viajes, Estas ruinas que ves, ¿Olvida usted su equipaje? La ley de Herodes, y un volumen titulado Teatro reunido, que contiene 13 de sus obras dramáticas. Es interesante saber cómo recibirán las nuevas generaciones de lectores las obras de Jorge Ibargüengoitia. A mi manera de ver no creo que tengan problema, en primer lugar porque es un genio, y en segundo lugar porque es una literatura que llegó para quedarse. Señala asuntos tan dolorosos de nuestra realidad como la corrupción, la impunidad, el abuso de poder y lo absurdo que es la vida de un pueblo que se obstina a vivir en el engaño. López es un prototipo de líder al que es peligroso seguir. Ya me contarán qué les pareció el destino del numeroso ejército que lo siguió en su gran aventura; en sus pasos, pues.

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