En realidad, y no me dejarán mentir, nos presentan un México de todos, “El país que no quieres recordar”, escriben provocadoramente en la portada los autores de este compendio que es un serio documento que explica algunos aspectos de la mexicanidad que se repiten y se repiten hasta ser la definición de la parte más odiosa de lo que somos: la parte abusadora, ventajista, chantajista y estúpida. No digan que no, porque lo que aquí se cuenta no hay alfombra idónea que lo cubra ni clóset capaz de contenerlo. Hablo de México Bizarro, libro de Alejandro Rosas y Julio Patán publicado por Planeta, en la Ciudad de México, en octubre de 2017, donde no hay sálvese quien pueda.

Contiene 90 textos que nos pueden llevar de la sonrisa al asombro, del recuerdo al dato sensible y del realismo al surrealismo. Por supuesto que rebosan corrosivo humor negro, sin embargo, consiguen generarnos, además del sano ejercicio de reírnos de nosotros mismos, una inevitable dosis de rabia en que uno se pregunta cómo es posible que seamos tan imbéciles y que políticos y toda esa caterva que se autocalifica de progresista hayan creado una imagen tan devastadora de los mexicanos. De verdad nos dicen cosas para no creer en nada que tenga que ver con ellos y cómo cada seis años o cada que les viene en gana nos ensucian con sus insultantes declaraciones o con su conducta de bandidos redomados. Encontramos casos como el de la Paca y la famosa osamenta del diputado Manuel Muñoz Rocha hallada en la finca El Encanto, concepto que, aunque no lo registraron, se manoseó recientemente con Frida Sofía, mismo que ya había ocurrido en el sexenio de Miguel Alemán cuando tuvo a bien inventar el mito de los niños héroes y localizaron sus huesos entre los cientos de caídos en la toma del Castillo de Chapultepec por los gringos; el de los cachirules de futbol del mundial juvenil de 1989 en Arabia Saudita, que le costó a México su calificación, el del Chupacabras y su presencia providencial en varias regiones del país, la verdad sobre Sara García, la famosa y genial abuelita del cine nacional, la famosa tigresa chiapaneca que comía hombres, entre ellos el Presidente que ordenó la sangrienta matanza de Tlatelolco.

Julio Patán, nacido en la Ciudad de México en 1968, y Alejandro Rosas, originario de la misma ciudad pero de 1969, desarrollaron 45 historias cada uno, se las revisaron entre sí con tal acierto, que con una intención unificada produjeron textos donde lo menos importante es descubrir quién es el autor de cualquiera de ellos. Lograron confundir sus estilos, uniformar tono y lenguaje, de tal suerte que han conseguido una obra perfecta que está a la mano para disfrutarse y, como he dicho antes, considerarse como un tablero de advertencia sobre algo que a los mexicanos nos conviene erradicar de nuestro futuro. Toda esa porquería. Claro, el pasado y el presente no tienen remedio. ¿Sabía usted que el libro Los hijos de Sánchez, de Oscar Lewis, fue prohibido en el gobierno de Díaz Ordaz por considerarlo: “obsceno, difamatorio, subversivo y antirrevolucionario”? Misma acción que intentó Carlos Abascal, secretario del Trabajo de Fox, con Aura, la genial novela breve de Carlos Fuentes que indicaron leer a su hija de tercero de secundaria y que, por desgracia, sólo consiguió que dejaran sin trabajo a la maestra que se atrevió a proponer semejante libro para unas niñas supuestamente inocentes. ¿Se acuerdan de Juanito, aquel personaje lopezobradorista que renunció a ser delegado de Iztapalapa?, ¿quieren saber dónde anda ahora, cuál fue su última aparición en público? Tiene que echarle un ojo al texto “El candidato que ganó para perder”.

Cómo expresé al principio, es un compendio poderoso sobre la bizarría mexicana; esa que nos ha hecho víctimas involuntarias de la supina estupidez de nuestros líderes y sus seguidores. Se toparán con Santa Anna, Benito Juárez, El Púas Olivares, Cuauhtémoc Blanco, Gloria Trevi, Andrés Manuel López Obrador, Carlos Salinas, la espía Hilda Krüger, Tlaloc, Madonna, Luis Donaldo Colosio, Carlos Hank González, José Vasconcelos y un santoral completo de los hombres que han tenido voz o han dado voces en este país, que en algunos días de su historia se ha sostenido con alfileres. La lectura de México Bizarro les inducirá a reconocer el trabajo estupendo de dos escritores que han publicado este libro sorprendente. Ya me contarán.

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