Los políticos de la generación del atraco están luchando por mantener el mundo que los vio encumbrarse. El que les ha permitido enriquecerse a costa del erario y gracias a complicidades.

Están desesperados porque su hábitat se está cayendo a pedazos. Ese lugar en donde no existían las redes y podían controlar la información. Ese sistema corporativo y opaco. Esa época donde los abusos se escondían debajo del tapete lleno de mugre.

La intensidad del momento que vivimos se debe a dicha transición.

Por un lado, gracias a las nuevas tecnologías nos enteramos de las trapacerías que se cometen. Leemos y escuchamos de estafas, robos, excesos, como nunca antes. Pero por otro, aún no contamos con los servidores públicos y las instituciones verdaderamente autónomas y profesionales que les den cauce legal y los frenen. Se descubren, se saben, pero no se castigan. No todo.

Hoy en México no hay fiscal general, ni fiscal anticorrupción, ni fiscal para delitos electorales, ni magistrados administrativos anticorrupción… bueno, ya ni procurador general de la República existe.

Las autoridades, incluyendo a los dizque contrapesos que andan de puente legislativo, han mandado al diablo a las instituciones de procuración e impartición de justicia. En lugar de luchar contra el crimen, destruyen a quienes lo combaten.

A Santiago Nieto Castillo lo cesó el encargado del despacho de la PGR. La razón no fue clara, pues la propia dependencia “como dijo una cosa” sobre violación al Código de Conducta, “dijo la otra” sobre el Código Nacional de Procedimientos Penales. El caso es que Alberto Elías Beltrán removió de la Fepade a la persona que podía perjudicar a su jefe. Y es que Nieto Castillo tenía en sus manos el expediente con estados de cuenta, transcripciones de correos electrónicos, declaraciones de ex funcionarios de Odebrecht que involucran con nombre y apellido a Emilio Lozoya y al mismísimo Presidente de la República.

He ahí el meollo del asunto.

Si EPN reclamó a quienes creen que “cualquier cosa que ocurra es por la corrupción... y detrás de cada evento quieren encontrar un responsable”, su secretaria de la Función Pública remató diciendo que “se hace más notoria la percepción por motivo de todas las redes sociales”.

Esas redes que tanto critica el gobierno son las que han dado a conocer las transas que Enrique Peña no ve y que grupos partidistas se esfuerzan en esconder.

Recordemos que fue en portales de internet donde se realizaron y detonaron los trabajos periodísticos de la Casa Blanca, las empresas fantasma de Duarte, La Estafa Maestra, #GobiernoEspía, el caso Odebrecht, entre otras.

La remoción del fiscal Santiago es el espectáculo decadente de un régimen que se extingue. Que se niega a morir. Que lastima a todo aquel que se le pone en frente.

Que no acierta ante una sociedad cada vez más informada y activa. Porque cuando la verdad comienza a ser develada, la única cubierta que le queda al deshonesto es el cinismo. Es cuando la corrupción de sus actos empata con el ridículo de sus palabras.

Twitter: @elisaalanis
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