Vuelve a la escena uno de los actos de corrupción internacional que no deja de impactar a la opinión pública.

Todo comenzó en un lavado de autos en Brasil.

Un lugar en donde empresarios y políticos enjuagaban, más que el chasis de camionetas, el rostro de la ilegalidad.

A partir de esa investigación, conocida como LavaJato, se desprendieron las indagatorias sobre distintos involucrados. Entre ellos, Marcelo Odebrecht.

Él no solo se limitó a sobornar al interior de Brasil. Su modus operandi salpicó a más de una decena de países. Incluyendo México.

Un verdadero escándalo de transferencias —muchas vía paraísos fiscales— a las más altas autoridades de América Latina, a cambio de contratos multimillonarios.

Cada una de las naciones involucradas lleva sus propias pesquisas. Han sido encarcelados o tienen órdenes de aprehensión varios expresidentes.

Esta semana, cuando policías ingresaron a su domicilio para cumplimentar la orden, el exmandatario de Perú, Alan García, se encerró en una habitación y se dio un tiro en la cabeza. Murió en el hospital.

Ayer, en su cuenta de Twitter, López Obrador lamentó el suicidio de García y todo alrededor del caso Odebrecht. “La corrupción es la nueva peste del mundo. El neoliberalismo unió los negocios privados a los públicos. Urge separar el poder económico del político; que el gobierno represente a todos”, escribió.

Y sí, la tragedia de la corrupción es una peste. Que corroe y mata. Que invade por igual a gobiernos que se dicen de izquierda o de derecha.

En México no prospera la procuración y la impartición de justicia sobre este tema.

Desde hace cuatro años se tienen declaraciones y documentos.

Se entiende que la PGR de Enrique Peña Nieto era juez y parte en los señalamientos en contra, por ejemplo, de Emilio Lozoya.

Luis Alberto de Meneses Weyll, exdirector de la empresa brasileña en nuestro país, en su testimonio jurado, indicó que le depositó millones de dólares cuando era coordinador de vinculación internacional en la campaña de Enrique Peña Nieto.

Pero, ¿qué sucede con la Fiscalía General en la llamada Cuarta Transformación?

Luego que Lozoya Austin se amparó para que no se dieran a conocer las versiones públicas de las averiguaciones previas, un tribunal federal le negó la solicitud.

Pero es tiempo, en este Viernes Santo, que la dependencia de Gertz Manero no ha develado estas versiones.

Incluso, la FGR presentó otra demanda de amparo para no entregar la información que el portal Animal Político solicitó, para conocer la lista de personas vinculadas al caso. El pleno del INAI resolvió que sí lo tiene que hacer.

Total, que mientras en otros lugares hay procuración e impartición de justicia (así se trate de los más poderosos), en México, hoy por hoy, no hay transparencia, ni órdenes de aprehensión, ni detenidos.

Imagino que regresando del descanso pascual, hará algo al respecto el Fiscal Gertz Manero.

@elisaalanis
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