La amenaza está en el horizonte: el despacho de arquitectos Sordo Madaleno sería el encargado de construir un enorme centro comercial en el predio que deje la demolición del Estadio Azul. Los arquitectos de ese despacho, como ya sabe todo el mundo, fueron los que diseñaron y levantaron el mall Artz Pedregal que sufrió un espantoso derrumbe parcial el pasado 12 de julio. La estructura comenzó a crujir y por fortuna hubo tiempo de evacuar a quienes se encontraban allí esa mañana. Pero la responsabilidad criminal de ese despacho de arquitectos quedó a la vista junto a los despojos del edificio, en la orilla misma del Anillo Periférico y con una inmensa flecha que nadie puede ver pero que apunta hacia la antigua Ciudad de los Deportes.

El espectáculo fue irrisorio pero pudo ser trágico. Ahora todo mundo acusa a todo mundo, en un sórdido cruce de señalamientos. Como en el caso de la Línea 12 (la llamada “Línea Dorada”), estamos a la expectativa: ¿Se castigará a los culpables de ese desastre? ¿Lo sabremos, siquiera, con nombres y apellidos? En el primer renglón de esta columna están los nombres de este caso; no puede uno evitar, chilango desconfiado y escéptico que es, lo siguiente: “Seguramente esos señores arquitectos tienen muy buenas palancas y conexiones.” Veremos si alguien los llama a capítulo y los obliga a rendir cuentas. Quienes podrían hacerlo ya están a la vista de la sociedad metropolitana: son las autoridades del nuevo gobierno de la ciudad, encabezados por Claudia Sheinbaum. El señor Amieva, con todo, debería cumplir su parte, desde luego, en el tiempo que le quede.

Pero no pienso con mucha confianza en las autoridades, como se ve. Soy vecino de la colonia Nápoles y el Estadio Azul no está lejos de donde vivo. Tampoco estaba lejos de donde antes viví: en la colonia Del Valle. Otra colonia del rumbo me resulta entrañable: la Nochebuena.

El Estadio Azul ya está sentenciado y no parece que nadie vaya a salvarlo. El yermo que deje su demolición será, debe ser, objeto de un debate ciudadano en el que las autoridades podrían jugar un papel importante, si tuviesen voluntad política. ¿La tendrán?

El paisaje urbano tiene mucha dimensiones. No es únicamente casas, calles y edificios; está formado por lo que se ve, se escucha, se huele; por lugares de convivencia y de discusión. Ese predio que todavía no existe puede ser la materia de un paso adelante en la vida de la Ciudad de México o de un retroceso incalificable, muy lejos de la esperanza que nos han anunciado como la divisa de la administración cuyos trabajos están en puerta.

Yo confío en que los vecinos de la Nápoles, de la Nochebuena, de la Del Valle nos organicemos y demos una buena pelea para que esos arquitectos chambones y desvergonzados del despacho Sordo Madaleno no metan su garra en la parte de la ciudad donde vivimos. Los vecinos del Pedregal que protestaron nos dan el mejor ejemplo.

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