Elena Poniatowska se está jugando su inmenso prestigio por una causa perdida. Su defensa de Paco Ignacio Taibo y lo que éste dijo en la FIL de Guadalajara es inconvincente.

Poniatowska no ha sabido distinguir entre sus simpatías y su deber. Digo que la de Taibo es una causa perdida porque aun si termina al frente del Fondo de Cultura Económica (FCE), su gestión será vigilada minuciosamente. Y si dice otra barbaridad como la que dijo la semana pasada, la situación va a empeorar. Si no lo nombran o lo imponen como director, con más razón cabe hablar de una causa perdida.

Entre las razones que dio Poniatowska para defender a Taibo está la siguiente: fueron palabras “dichas al aire, sin pensar, sin reflexionar”. Es más que dudoso. Inmediatamente después de decir lo que dijo, Taibo expuso las razones de su conducta verbal: es una expresión de lo que “conquistamos en julio”, es decir, “el derecho de llamar a las cosas por su nombre”. Con aplomo, le dio un sustento histórico, levemente épico, si no que militar (fue una “conquista”) y hasta legal. Esa triple vertiente (la ley, la epopeya, la historia, los días de combate electoral) no es una construcción irreflexiva: a partir del pasado julio, Taibo ha elaborado una justificación colorida de lo que considera su derecho a hablar como se le pegue la gana; a Poniatowska le parece que así está bien, que Taibo puede distraerse pero que sus méritos son suficientes para dirigir el FCE. Nos pasaremos quién sabe cuánto tiempo esperando la siguiente declaración soez.

Si Taibo, como dice Poniatowska, no pensó en lo que dijo, lo que menos queremos al frente del FCE es una dirección irreflexiva. Si pensó en lo que dijo, preferiríamos un director que no pensara en eso que le sale por la boca a este escritor. En ambos casos, la de Taibo es una causa perdida. Si piensa o si no piensa, si lo nombran o si no lo nombran, ha conseguido con unas cuantas frases poner en riesgo la credibilidad de nuestra Premio Cervantes, hacernos dudar sobre la existencia futura del FCE, apenarnos por él ante el lamento por sus propias palabras (la disculpa que difundió urbi et orbi), ensombrecernos por su capacidad para el escándalo.

En el poema “Loa de la duda”, Bertolt Brecht habló de dos tipos de personas: “Frente a los irreflexivos, que nunca dudan,/ están los reflexivos, que nunca actúan”. Taibo pertenece a otra categoría, aunque según Poniatowska se parece a los irreflexivos inmunes a la duda: es un irreflexivo que actúa, dice, declara.

Haría bien Poniatowska en revisar sus decisiones: la aplaudimos cuando se opuso a que el PES se integrara en Morena. Falló, es cierto, porque no le hicieron caso. Con el mismo rasero crítico con el que juzga a la derecha ultramontana debería juzgar a un hombre de izquierda como Taibo.

En los términos de Brecht, seamos reflexivos y actuantes: no renunciemos a la crítica desde la izquierda de oposición.

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