Después de doce años del inicio de la guerra contra las drogas, más de 230 mil personas asesinadas y 32 mil desaparecidas, billones de pesos gastados y, sobre todo, mucho miedo y dolor extendidos a lo largo del territorio nacional, México aún parece lejos de la paz que tanto anhelamos. Por eso resulta pertinente preguntarnos si la paz es posible en nuestro país, y de serlo, por dónde avanzar, cuánto tiempo nos tomará alcanzarla, y quiénes están convocados a construirla.

El Instituto para la Economía y la Paz (IEP) ha elaborado y publicado durante los últimos cinco años, el Índice de Paz México (IPM), una medición y análisis de las principales tendencias nacionales y estatales de diversas manifestaciones de violencia. Asimismo, el IPM mide y evalúa la evolución de los factores que dan sostenibilidad a la paz en nuestro país.

En su quinta edición, el IPM revela un deterioro de 11% en los niveles de paz a nivel nacional durante 2017. Esta caída se debió principalmente al incremento de los homicidios, que llegaron a más de 29 mil, un máximo histórico que representa una tasa de 24 por cada 100 mil habitantes. La violencia con armas de fuego también aumentó por segundo año consecutivo, pues 69% de los homicidios se cometieron con ellas. En el mismo sentido, la tasa de delitos con violencia se incrementó 15% a nivel nacional con respecto a 2016.

Otro aspecto relevante, medido también por el IEP, es el impacto económico de la violencia. En 2017 este impacto representó 21% del PIB o 33,118 pesos per cápita, 15% más que el año anterior. Estas cifras equivalen a más de ocho veces la inversión pública en salud y es siete veces mayor que la inversión en educación. Esto nos obliga a preguntarnos, ¿qué temas se han pospuesto a partir de la crisis de violencia? Y qué asuntos nacionales podríamos atender con tales recursos.

Pero más allá de tasas e indicadores este deterioro revela un fenómeno complejo, resultado de múltiples y muy diversas dinámicas que operan en diferentes ámbitos y a distintos niveles. Explicar la falta de paz en México a través de enfoques lineales y estáticos, con narrativas coyunturales de buenos y malos, es apenas asomarse a la superficie del fenómeno y equivale a ignorar buena parte del problema. Por lo tanto, creer que existe una solución única e infalible, o bala de plata para reducir la violencia, es observar la realidad con una visión limitada.

Para comprender y explicar la complejidad detrás de la paz y la violencia, es necesario mirar ampliamente hacia diversos factores y entender sus interacciones. A partir de diversas investigaciones y experiencias internacionales, el IEP propone un marco conceptual que integra un conjunto de actitudes, instituciones y estructuras que caracterizan consistentemente a las sociedades más pacíficas, e incluso a aquellas que suelen ser más resilientes ante la violencia

De acuerdo con el Instituto para la Economía y la Paz, estos factores llamados Ocho Pilares de Paz Positiva, aportan un enfoque integral y sistémico, con elementos que interactúan de forma dinámica, fortaleciéndose o debilitándose mutuamente. Así, estos ocho pilares: Buen funcionamiento del gobierno, Distribución equitativa de los recursos, Libre flujo de información, Entorno empresarial sólido, Alto nivel de capital humano, Aceptación de los derechos de los demás, Bajos niveles de corrupción y Buenas relaciones con los vecinos; pueden ser asumidos también como una agenda de política pública, ofreciendo una comprensión más completa de cómo estos factores influyen en los niveles de paz y la forma en que están implicados la mayoría de los actores sociales.

Un enfoque de Paz Positiva resulta pertinente si consideramos que no toda la violencia en México está relacionada con el crimen organizado. Si bien dichos grupos son responsables de gran parte de los homicidios y otros crímenes, el deterioro de la paz en México se debe también a un incremento de los delitos de la delincuencia común y de la violencia interpersonal, incluida la violencia doméstica que se incrementó 32% en los últimos tres años.

En el caso de México, los tres pilares más débiles son los relacionados con el desempeño del gobierno, los niveles de corrupción y el libre flujo de la información. Este último está íntimamente ligado con la violencia ejercida contra profesionales de medios de comunicación (69 de ellos asesinados en 2017). Una estrategia eficiente de paz debería enfocarse en fortalecer estos tres factores, buscando un balance con respecto al resto de los pilares.

En este sentido, el proceso electoral vigente ofrece una oportunidad inmejorable para discutir públicamente sobre la necesidad de un enfoque con respecto a la violencia mucho más amplio y profundo que el actual. En este contexto, para quienes aspiren a un cargo de elección popular será clave establecer relaciones de confianza con la población; no sólo para ganar la elección, sino para implementar políticas efectivas de construcción de paz cuando ejerzan sus cargos.

Lo anterior representa un gran reto, pues la confianza en las instituciones de seguridad pública ha ido a la baja desde 2015: según el IPM 2018, 64% de los mexicanos perciben a las instituciones de seguridad pública como corruptas, percepción alimentada significativamente por los niveles actuales de impunidad.

La corrupción y la impunidad siguen siendo un gran freno para el desarrollo del país, y están vinculadas con los niveles de confianza de la población. Además, estos dos factores funcionan como un incentivo para la ilegalidad y, al mismo tiempo, inhiben la denuncia y la colaboración comunitaria, elementos imprescindibles para reducir la violencia.

Finalmente, tratando de responder a la pregunta que titula este artículo, debemos saber que no estamos condenados a la violencia, ni a la corrupción ni a los gobiernos deficientes. La construcción de la paz en México es factible, pero sólo será posible superar esta oscura etapa de nuestra historia si se atienden las causas raíz de las violencias, y si los diversos actores sociales nos involucramos y asumimos compromisos a partir de mejores estándares éticos.

Director en México del Institute for Economics and Peace.

El reporte completo puede ser consultado en www.indicedepazmexico.org y www.economicsandpeace.org.

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