Así inicia un poema que de pequeños solíamos declamar en el concurso organizado por el colegio en la primaria... MÉXICO CREO EN TI... PORQUE TU NOMBRE SE ESCRIBE CON X, QUE ALGO TIENE DE CRUZ Y DE CALVARIO.

Y hoy, después de haber vivido los dos terremotos más fuertes que han azotado a este hermosísimo país  llamado MÉXICO, mi corazón grita esta estrofa más fuerte que  nunca… sí, hoy más que nunca: CREO EN MÉXICO, creo en los mexicanos, creo en nuestra gente, creo en el corazón inigualable del mexicano, en su empatía por los necesitados, en su cariño por el desconocido en desgracia, en su desprendido corazón que sin ver a quién, late más fuerte cuando las circunstancias así lo requieren; creo en ese mexicano que sabe restarle a su magra dieta para compartir con los desamparados y azotados por la madre Tierra.

Creo en ese mexicano que ante las inclemencias del clima, sabe donar su tiempo, su esfuerzo, sus conocimientos, sus lágrimas, sus manos, sus pensamientos, sus ahorros, su ropa, su fuerza, su dolor, su corazón... todo a quienes lo necesitan.

No puedo negar que también estoy muy triste, lo sucedido no es para menos, porque sin  importar quiénes han sido los damnificados, lo que les ha pasado a ellos nos ha pasado a todos... su dolor es nuestro dolor, su frío es nuestro frío, su angustia es nuestra angustia, su pena es nuestra pena, su hambre es nuestra hambre... y precisamente porque este es el mexicanísimo sentimiento del muégano, cuando una cobarde agresión de la naturaleza se cierne con algunos de nosotros, el resto saltamos a defenderlo.

MENTIRÍA si dijese que no estoy afectado, me siento triste, apagado, confundido, con miedo, con ganas de gritar a todo pulmón mi enojo y mi rabia contra ese fenómeno natural que cobardemente y sin previo aviso nos agrede y nos golpea tan descarada y desgarradoramente fuerte. 

¿POR QUÉ MADRE TIERRA, si en un momento decides llamarnos la atención, por qué no lo haces de frente? ¿POR QUÉ decides castigarnos y marcarnos con tanto dolor y sufrimiento?

Estoy triste y me siento impotente ante la madre Tierra. Pero también es cierto que mi corazón se llena de luz y esperanza cuando veo la respuesta de miles y miles de mexicanos que ante la desgracia anteponen al prójimo. Me queda claro que el mexicano es un chingón, que sabe comprender “al otro”, al necesitado, que se quita la camisa para ayudar a quien la necesita más sin esperar nada a cambio, ofrece su mano, su fuerza, su sonrisa, sus conocimientos, su tiempo, su sudor, su cuerpo y su alma para apoyar al otro mexicano. 

Me llena de esperanza ver a esos miles que están ahí sin buscar recompensa personal alguna, porque otro mexicano lo necesita y está en riesgo y porque así es el corazón del mexicano... enorme, eterno, cariñoso y amoroso.
PD.- MÉXICO: CREO EN TI... eres un país de poca madre... un país chingonsísimo... eres nuestro querido MÉXICO. 

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