No necesitamos más policías estatales. Con los que tenemos basta y sobra.

Al menos eso parecería desprenderse del Modelo Óptimo de la Función Policial, un documento aprobado en agosto pasado por el Consejo Nacional de Seguridad Pública. Allí se establecen algunos estándares que deberían cumplir las policías estatales, entre ellos el tamaño (o estado de fuerza, en la jerga del sector). Y el tamaño mínimo sugerido para las corporaciones estatales es de 1.8 elementos por cada mil habitantes.

Eso equivale a aproximadamente 217 mil policías estatales.

Según el Inegi, había 216,927 elementos en las corporaciones estatales en 2015. Entonces, ¿quedó resuelto el problema?

No del todo.

En primer lugar, aproximadamente 27% de los policías estatales pertenecen a corporaciones de policía bancaria, comercial o auxiliar. Es decir, tienen como encomienda proteger a las empresas y entidades que los contratan, no a la sociedad en su conjunto ¿Cuentan como policías para fines de definir un tamaño óptimo? Tal vez sí, tal vez no.

Segundo, hay un número no definido de policías comisionados a otras tareas (incluyendo ser guardaespaldas de funcionarios estatales).

En tercer lugar, hay un número indefinido de plazas de policía que son ocupadas por personal que no tiene funciones de policía.

Por último, la distribución en el territorio es sumamente desigual. De los 216,927 policías estatales, 88,353 están en la Ciudad de México. De hecho, la capital , junto con el Estado de México y Veracruz, concentra al 58% de todos los elementos de las corporaciones estatales. Excluyendo a esas tres entidades federativas, hay apenas un policía estatal por cada 1000 habitantes.

Entonces tal vez sí se necesiten más policías estatales.

O no.

El número óptimo de policías no es una constante universal. A escala internacional la variación es enorme. Aún entre países relativamente similares, hay diferencias notorias: en Bélgica, hay 3.6 policías por cada mil habitantes; en Holanda, apenas 2.2.

¿De que depende esa variación? En primer lugar, del contexto geográfico y demográfico: el estado de Chihuahua y la zona metropolitana de Monterrey tienen aproximadamente la misma población, pero la diferencia en superficie es de 40 a uno. Previsiblemente se requieren más policías por mil habitantes en el primer caso que en el segundo.

Depende también de las condiciones de seguridad existentes: Hidalgo y Sinaloa tienen más o menos la misma población, pero parecería evidente que no requieren la misma cantidad de policías.

Importa también la calidad de la policía: mientras mejor sea, previsiblemente se requerirán menos elementos para tener el mismo efecto. Igualmente decisivos son los objetivos que se persigan: la policía no sólo está para detener delincuentes, también mantiene el orden y provee servicios diversos. Y depende de los valores de una sociedad específica, de su aprecio relativo por la libertad y la seguridad.

Hay, por supuesto, mínimos. La ausencia total de policía está asociada a niveles importantes de inseguridad. Y si la policía alcanza un tamaño enorme, el delito puede irse a cero o casi (la delincuencia común no es probablemente el mayor problema de Corea del Norte). Pero la mayoría de las sociedades está en algún punto intermedio y allí la cosa es menos obvia.

¿Cómo se determina el punto óptimo? Con ensayo y error, pero, sobre todo, con evaluaciones sistemáticas de los objetivos, procesos y métodos de las policías. Y para eso, se requieren muchos datos, un tanto de método y algo de ciencia.

Lo siento, pero no hay en este tema recetas universales que eviten la molestia de pensar por cuenta propia.

alejandrohope@outlook.com.
@ahope71

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