El Inegi dio a conocer el viernes pasado su medición revisada del PIB correspondiente al tercer trimestre del presente año, que muestra un crecimiento de 2.5% anual, marginalmente por debajo de 2.6% esperado por el consenso de analistas. Con ello, el crecimiento promedio anual de la economía durante los primeros tres trimestres del año resultó de 2.1%, muy cercano al observado en 2017.

Con cifras ajustadas por estacionalidad, la economía mexicana avanzó 0.83% con relación al trimestre previo (3.4% anualizado). Lo anterior es un resultado paradójico considerando que todos los componentes del PIB presentaron un crecimiento inferior al total. Al interior, las actividades primarias registraron un incremento trimestral de 0.4%, mientras que la producción industrial aumentó 0.5% y las actividades terciarias en 0.77%.

Conviene revisar con mayor detalle el desempeño de la economía mexicana en el tercer trimestre centrándonos en los datos desestacionalizados, destacando lo siguiente: (1) La economía mexicana registró un mejor desempeño que el observado en el segundo trimestre del año (-0.4%), derivado en parte de un mayor dinamismo de la demanda interna, lo que se vio reflejado principalmente en el crecimiento de 4.9% anualizado del comercio; (2) la actividad económica se vio favorecida por la demanda externa, lo que fue notorio en el crecimiento anualizado de 3.8% de la producción manufacturera; (3) en contraste, continuó la debilidad de la minería al alcanzar su quinto trimestre consecutivo a la baja; y, (4) la construcción ya sumó dos trimestres seguidos en contracción trimestral.

La evolución positiva de la demanda interna probablemente ha respondido a la mejoría marginal que ha presentado el ingreso disponible de los hogares mexicanos y que ha sido favorecido por el dinamismo del mercado laboral formal mexicano. No obstante, los salarios reales no han registrado un avance significativo. Así, la creación de empleos resultó de 4% durante el tercer trimestre del año, mientras que los salarios reales aumentaron en sólo 1%. Esto último posiblemente refleja en parte la trayectoria ascendente que temporalmente presentó la inflación durante el tercer trimestre del año, misma que mermó el poder adquisitivo de los salarios. Cabe señalar que el dinamismo del consumo privado se ha concentrado principalmente en el consumo de bienes no duraderos. También cabe reconocer la contribución del ingreso por remesas al aumento del gasto de consumo privado, particularmente considerando que dichas remesas han seguido una trayectoria ascendente al medirlas en pesos constantes.

Con relación a la construcción, es probable que sus variaciones trimestrales negativas en el segundo y tercer trimestres estén asociadas parcialmente al impacto de la incertidumbre política, que posiblemente ha propiciado una pausa en algunos proyectos de inversión privada. Al respecto, también conviene destacar el impacto potencial del incremento de la tasa de referencia de Banxico sobre el ritmo de los proyectos de inversión privada.

Al considerar todo el contexto antes descrito, es relevante destacar la labor del banco central mexicano en acotar la trayectoria ascendente de la inflación mediante la adopción de una postura monetaria restrictiva. Si bien los incrementos en la tasa de referencia del banco central probablemente impactan a la inversión privada, es sumamente relevante recordar que la labor fundamental de un instituto central es lograr la estabilidad de precios. Dicha estabilidad es la principal contribución de un banco central al crecimiento económico y a la mejoría de los niveles de vida de los hogares, pero también hay que reconocer que hay otros factores e instituciones que tienen que efectuar su aportación al logro de dichos objetivos. Por lo anterior, es sumamente importante que el banco central continúe enfocado en alcanzar la estabilidad de precios. Por último, conviene reconocer que la alta volatilidad que han presentado los mercados locales en las últimas dos semanas –reflejada principalmente en la depreciación de la divisa mexicana y en la fuerte caída del índice de precios y cotizaciones– son variables que la Junta de Gobierno del banco central considerará al evaluar si es conveniente un nuevo incremento de 25 puntos base de su tasa de referencia en la reunión del 20 de diciembre.

Director de Analítica en Grupo Financiero Banorte. Las opiniones que se expresan son responsabilidad exclusiva del autor.
Twitter: @alexcervantes

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