Sin hacer víctimas a los jugadores y sin justificar ciertas actitudes, es momento de escribir sobre lo que hay detrás de la imagen de éxito que tienen los del Tricolor.

Más allá de los reflectores, ser jugador élite a nivel mundial tiene un precio personal muy alto, que se “compensa” con estratosféricos salarios.

Uno son las concentraciones. Viven en hoteles durante varios días a la semana o incluso varias semanas enclaustrados, mientras preparan un torneo internacional con la Selección.

En este verano en particular, el Tricolor ha estado lleno de negativas a convocatorias por distintas razones, mismas que vale la pena analizar por separado. El último, el arquero Jonathan Orozco , quien recibió un permiso especial por un problema grave de salud de su madre, razón muy distinta a la de Héctor Herrera, Carlos Vela y Javier Hernández , mostrándonos la delgada línea entre el sacrificio y el desdén, así como la responsabilidad que conlleva vestir la playera de la Selección Mexicana.

Es necesario enfocarnos y entender el lado humano del futbolista y lo que significan las concentraciones.

Primero, alejarse y perderse las pequeñas y rutinarias acciones con la familia. En la Copa Oro y sumando los partidos amistosos, este alejamiento puede ir mas allá de cuatro semanas.

No sólo es la distancia. ¿Cuántas vacaciones perdidas por torneos en verano?, ¿cuántos compromisos importantes dejados en el camino por la profesión?

Qué me dicen de los cumpleaños o fechas especiales. Al respecto, me detengo en el onomástico para ejemplificarlo con Messi, quien festeja sus cumpleaños casi siempre concentrado con la Albiceleste.

En este sentido, podríamos decir que todos hemos sacrificado y nos hemos perdido eventos importantes por razones laborales, pero hay cosas en la vida que nadie quiere perderse, como el nacimiento de un hijo y más aún siendo el primero, como el caso de Javier Hernández , quien decidió no ir a un torneo que ya ha jugado.

Existe también el jugador que piensa de otra manera, aquel que puede sacrificar el nacimiento de un hijo, el festejo de un ser querido y planear vacacionar al término de su carrera. Ambos son respetables.

¿Cuál está bien y cuál está mal? ¡Los dos!. Son temas complejos, acompañados por sentimientos y valores.

Es muy distinto negarse a asistir al llamado de la Selección por arreglar un tema laboral, como argumentó Héctor Herrera; sin embargo, no me parece una razón de peso.

Así, al final de este artículo, les dejo suficiente material para reflexionar y tratar de entender la lógica del futbolista. Aquellos pensamientos, sentimientos y valores que pasan por su mente. Muchas veces, olvidamos que el futbolista es un ser humano rodeado —en la mayoría de los casos— de fama, dinero y fortuna, pero en el fondo deberíamos preguntarnos ¿cuántos viven la bien llamada “soledad del triunfo”?

futbol@eluniversal.com.mx

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