Cuando parece que la tierra ha quedado infértil, por la destrucción y el despojo de gobiernos corruptos, trasnacionales voraces y el crimen organizado, hay una especie de flor que se rebela y dice basta, dice no, dice esto es nuestro y brota erguida y orgullosa, en el contexto inimaginable de la violencia, para proponer otra forma de vida. A esta especie pertenecen las 10 mujeres indígenas que hablan por millones como ellas en el proyecto multimedia Flores en el desierto, de Gloria Muñoz Ramírez.

La periodista, fundadora del medio de comunicación Desinformémonos, escribe: “Ellas son como cualquiera de nosotras. Y no. Han vivido el racismo en su escala más infame. Les han negado historia, lengua y vestimenta, al tiempo que les arrebatan territorios, centros sagrados, ceremonias y recursos naturales (…) Y ellas, hijas y nietas de mujeres guerreras, se atreven a vaticinar otro mañana”.

Quieren arrebatarles sus aguas, sus montañas y sus vientos, contaminan sus ríos, destruyen sus bosques y saquean sus plantas medicinales, pero ellas no son víctimas, ni de poderes ni de costumbres, desafían destinos impuestos y han roto con tradiciones locales y globales para construir su propia historia. Algunas han soportado años de cárcel por la defensa de sus territorios, sus bienes comunales y su cultura, a otras les han matado a su familia en la lucha, todas han sido discriminadas, algunas son universitarias, maestras, con doctorados en universidades locales o internacionales, pero regresan a sus comunidades, están de pie y no sólo se defienden y resisten, sino que se organizan y proponen otra manera de ser mujer, de tejer comunidad y de relacionarse con los otros en un vínculo sagrado con la vida.

Flores en el desierto es libro, video, fotografía, documental, sitio web (floreseneldesierto.desinformemonos.org), descarga gratuita, un pasaporte a la diversidad cultural de los pueblos originarios con perspectiva de género, un viaje al mundo de: Rocío, indígena coca de Mezcala, Jalisco; Gabriela, comca’ac de territorio seri en Sonora; Guadalupe, tsotsil de Acteal, Chiapas; Osbelia, nahua de Tepoztlán, Morelos; Bettina, binnizá de Juchitán, Oaxaca; Sara, maya de Campeche; Myrna, yoreme de Sonora; Lucero, kumiai de Baja California; Magdalena, mazahua en Ciudad de México y María de Jesús Patricio Marichuy, nahua de Tuxpan, Jalisco. Las 10 son concejalas electas del Concejo Indígena de Gobierno creado por el Consejo Nacional Indígena para visibilizar las luchas en una iniciativa respaldada por el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

El proyecto, ya traducido al francés y pronto al italiano, al inglés y al ruso, recibió el apoyo de la Fundación Rosa Luxemburgo, y salió a luz en el marco del proceso electoral 2018 y de la candidatura de Marichuy, no por el poder, sí para visibilizar las resistencias indígenas, sobre todo las de las mujeres, que ya no acompañan a los hombres, como las “Adelitas”, sino que toman decisiones, son voceras, tienen un lugar en el espacio político y están a la vanguardia en las luchas.

Gloria Muñoz y un excelente equipo de fotógrafos y camarógrafos viajó al norte, al centro y al sur de México para que su proyecto cubriera la gran diversidad geográfica y de organización que hay frente al despojo del territorio, la cultura y la identidad. La autora tenía 20 años de recorrer esos pueblos y buscó, con las herramientas periodísticas, acompañar un proceso ya imparable que comenzó cuando estas mujeres dijeron “no” y “ya basta”, de cara a la avaricia de un capitalismo depredador vestido de minería, desarrollo inmobiliario, delincuencia organizada… o de “pueblos mágicos convertidos en pueblos trágicos”. El problema no es sólo que dañen la tierra, sino los lazos comunitarios.

La calidad de Flores en el desierto está al nivel de sus protagonistas, mujeres indomables que dicen: “No somos invisibles, aquí estamos”.

adriana.neneka@gmail.com

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