Cuando Jill Magid supo que el archivo profesional y los derechos autorales de Luis Barragán están, desde 1995, en manos de Federica Zanco en Suiza, afinó sus “dinámicas de la seducción”, como ella les llama, y logró los permisos para abrir la urna del gran arquitecto mexicano en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres en Guadalajara y extraer medio kilo de sus cenizas. Luego, con el financiamiento del Art Institute de San Francisco, las convirtió en un diamante que montó en un anillo. Así, después de tres años de intercambio epistolar con la presidenta de la Barragan Foundation, se reunió con ella en Basilea y le ofreció la sortija a cambio de que devolviera el acervo a México.

Zanco, que guarda con celo el archivo y el copyright del arquitecto, no cayó en las redes encantadoras de la artista conceptual de Brooklyn, pero Magid ya había capitalizado su astucia. El video que documenta la extracción de las cenizas de Barragán, titulado The Exhumation, y que vimos en una sala del Museo de Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM, con una mezcla de náusea, pena e indignación, se ofrece a la venta en el mercado del arte por 17 mil dólares. Lo confirma Andrew M. Goldstein en un texto fechado el 14 de junio de 2016, sólo una semana después de la negativa de Zanco a recibir el anillo, en el sitio Artspace (http://www.artspace.com/magazine/news_events/in_brief/jill-magid-at-liste-2016-53918).

Además de exposiciones en Europa, Estados Unidos y México alrededor de su proyecto Los archivos Barragán, Magid comercializa, como suyas, copias enmarcadas de fotografías tomadas de libros, como Luis at his desk (2014), que ofrece en Artspace por
7 mil dólares, con “certificado de autenticidad”. En otro sitio (https://www.artsy.net/artwork/jill-magid) están a la venta reproducciones de fotografías de obras del arquitecto tomadas por Armando Salas Portugal, como la célebre terraza de su casa en Tacubaya o el refectorio de la Capilla de Tlalpan. Enmarcadas, se anuncian como piezas de Magid (2015) con precios de 5 mil a 7 mil 500 dólares, además del costo por envío. La galería LABOR, que representa a la artista en México, prefirió guardar silencio cuando pregunté si Zanco les cobra el copyright.

Jill Magid también se quitó una vieja espina. En 2006, la artista se acercó al Hospital Mental del Estado de Oregon, donde Milos Forman filmó One flew over the cuckoo´s nest (Atrapado sin salida) y en el que se resguardan las urnas con las cenizas de enfermos mentales que murieron ahí desde 1880. Y propuso su proyecto: transformar los restos de 3 mil 489 pacientes, no reclamados por familiares, en diamantes. No lo consiguió. En cambio, México le dio luz verde cuando algunos sobrinos de Barragán, junto con autoridades de Jalisco, firmaron un convenio con ella para enviar las cenizas del arquitecto a la empresa Algordanza Memorial en Suiza y, por 28 mil dólares, convertirlas en un diamante.

La propuesta estética de Luis Barragán que “alcanzó los más altos niveles de belleza, refinamiento y perfeccionismo”, según Alvaro Siza, es la gran ausente en esta historia que nos recuerda más al Gollum de Tolkien o a Stephen King que a la poética del premio Pritzker mexicano. Y no termina con la exposición de Magid recién clausurada en el MUAC. Porque al arquitecto ya lo ven como un luminoso objeto del deseo dentro de un mercado sin ética.

Y porque, como advirtió Barragán: “Desafortunadamente vivimos una época cuyo valor supremo es el dinero”.

adriana.neneka@gmail.com

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