A veces para hacer teatro y lograr ese objetivo de con-mover, crear una empatía con aquellas y aquellos que se animaron a comprar una entrada, hacer largas filas para cargar la gasolina y llegar al recinto teatral, o simplemente renunciar al siempre tentador plan de mirar durante horas alguna serie en Netflix, no hace falta más que ir a lo esencial de una historia: comprenderla, entregarse a ella y vivirla. Eso, a mi parecer, logra el montaje de Edith puede disparar y dar en el blanco, a cargo del Colectivo Tramando Teatro, residente de Guadalajara, donde no hacen falta portentosos recursos escenográficos, de utilería o vestuario, para adentrarnos al universo del dramaturgo estadounidense Rey Pamatmat.

Por Tania Jessica Vázquez Hernández

Edith es una niña de doce años que ha tenido que aprender sola a cuidar de su hermano Kenny y de sí misma, quienes viven día a día la casi nula atención de su padre, pues se ha convertido en una figura más ausente que presente desde que su esposa, madre de los jóvenes, partió.

Edith sube a la parte más alta de la granja y vigila el perímetro de su recóndita casa, cargando siempre un rifle para defenderse de cualquier intruso, todo el tiempo acompañada de Fergie, su pequeña amiga rana de peluche, un recuerdo muy preciado de su mamá. Ella es una niña casi adolescente que se sabe inteligente, fuerte, capaz de mantenerse a salvo, así como de proteger a su hermano, incluso hasta a su padre, todo ella sola. La ausencia para ella ha sido un motor que la ha fortalecido, ha desarrollado una necesidad de protección muy grande, a veces casi peligrosa, pues algunas de sus decisiones la ponen en riesgo tanto a ella como a otros.

Por otro lado, su hermano Kenny de 16 años, experimenta su primer encuentro con el amor y la sexualidad: comienza a tener una relación “especial” con Benji, compañero de la clase de Cálculo de la escuela. Ambos se reúnen de manera oculta para tratar de nombrar aquello que hacen, buscan respuestas en la ciencia para lo que sienten el uno por el otro. Benji, al convertirse en alguien de suma importancia para Kenny, se vuelve importante también para Edith. Ahora los tres están juntos y de esta manera confrontan las incertidumbres, los problemas y las satisfacciones que este nuevo núcleo implica.

Si bien el texto es un tanto extenso, no caemos en el aburrimiento, no imploramos que se acabe ni divagamos en pensar qué escenas podrían quitarse sin ningún remordimiento. Es un texto íntimo, un zoom a la vida de estos tres jóvenes que únicamente se tienen a ellos mismos.

La historia, particularmente, me detona cuestionamientos como ¿qué está pasando con los adultos? ¿Dónde están? ¿Cuál es su papel frente a los hijos, frente a la vida de incertidumbres de los jóvenes? Dice Edith “A veces los adultos hacen cosas que no quieren” ¿Será ésta una respuesta o una hipótesis del dramaturgo ante estos cuestionamientos?

Pero ellos tienen que seguir, “comenzar a cenar ellos solos, después papá los alcanzará”. El padre es un hombre a quien su hijo Kenny ya no lo ve tan grande, ahora le parece un tanto pequeño. Kenny es un joven que se está reconociendo más maduro y capaz de confrontar los problemas de la vida.

El montaje destaca, a mi parecer, la relación entre estos tres jóvenes. Se nota confidencialidad, comprensión, escucha, y un enorme deseo de protección y pertenencia. Logran mantener la atención del público por poco más de dos horas, -tiempo que parece excesivo para los jóvenes de hoy en día que disfrutamos y exigimos velocidad e inmediatez-, además de generar empatía con los asistentes, pues ¿quién no se ha enamorado de alguien “prohibido” o se ha sentido desprotegido por sus padres? El montaje aborda preocupaciones muy comunes en adolescentes de manera ágil, divertida y profunda, desde una propuesta escenográfica y visual que apuesta por el juego y la imaginación: un sillón que a ratos es un automóvil, y en otros la parte más alta de la granja; un par de teléfonos y cubetas como utilería y un plus que es la música en vivo, donde una guitarra se encarga de acompañar y resaltar los altibajos de estos personajes.

El montaje ha participado en algunos festivales como la Muestra Estatal de Teatro de Jalisco, así como recientemente en el FET Galerías, donde tuve oportunidad de presenciarla, y aunque aún no hay en la mira alguna temporada, ojalá alguno de los teatros de Jalisco pueda acoger este montaje para llegar a más jóvenes y adultos, público a quien este colectivo dedica su trabajo.

Edith puede disparar y dar en el blanco.

Dramaturgia: Rey Pamatmat

Traducción: Humberto Pérez Mortera

Dirección: Renato Polo

Producción: Tramando Teatro / Daniel Macías

Elenco:

Edith: Emilie Brown

Kenny: Jesús Estrada

Benji: Daniel Macías

Música en vivo: Beatriz Pineda

Clasificación: Jóvenes y adultos

Google News

Noticias según tus intereses