Por Óscar Colorado Nates*

Todos firmamos un acuerdo de uso y privacidad cuando abrimos una cuenta en Facebook. Muy poca gente lo lee. Sin embargo, la invasión a nuestra privacidad va más allá de ese acuerdo. Me explico: Si yo subo una foto que hice con el celular, Facebook tiene un montón de información que recaba del archivo. Zuckerberg se entera, desde luego, de la marca, modelo y número de serie de mi teléfono. También mi geolocalización. Si le puse filtros o no. Pero al momento de subirla, Facebook realiza un número importante de análisis, entre otros detecta los rostros y etiqueta automáticamente.

Esto último parece muy inocente, pero no lo es. ¿Qué pasa si un amigo tuyo sube una fotografía en la que tú apareces? La foto no la hiciste tú, tampoco la subiste, no es tu cuenta ni tu dispositivo. Pero Facebook te detecta, detecta tu rostro y puede triangular información muy sensible, como por ejemplo tu geolocalización a partir del GPS del teléfono de tu amigo.

Quizá ni tu ni yo tengamos mayor problema con eso. Pero pensemos en alguien que no quiere ser visto, que no quiere ser detectado (¿algún exgobernador dijo “yo”?) Tal vez sea increíblemente celoso de su geolocalización. Pero si, por ejemplo, un amigo te hace una foto, Facebook puede detectarte y saber dónde está.

En teoría eso no debería ser un problema porque la red social no tiene derecho a divulgar ese tipo de información ni a compartirla con terceros (la Interpol, por ejemplo). Pero después del Cambridge Analytics Gate, la cuestión ya no es tan transparente.

En estos días compareció Zuckerberg en el Capitolio e incluso han comenzado a difundirse (se habían tardado) videos en YouTube que dicen que el magnate de las redes sociales está dominado por los Illuminati.

Lo que es cierto, es que Facebook tiene brechas de seguridad y que la información privada de sus usuarios ha sido utilizada por terceros “haiga sido como haiga sido”, citando al expresidente Calderón.

Desde luego andan por ahí las campañas de dar de baja la cuenta de Facebook. Muchos utilizamos esta ventana de contacto y por razones prácticas cerrar la cuenta no es una idea atractiva, a menos que alguien quiera volver a los tiempos oscurantistas del MySpace.

No se trata de si damos de baja o no nuestra cuenta en Facebook, pero sí de saber que nuestro rostro, nuestra localización, son utilizados por Facebook sin nuestro consentimiento si alguien más nos hizo una foto y la subió a la plataforma. De modo que ahora, una nueva norma de urbanidad para agregar al clasiquísimo Manual Carreño, es pedir permiso antes de hacer una foto y subirla a Facebook.

OC

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Óscar Colorado Nates, editor de es crítico, analista y promotor de la fotografía. Miembro de y fundador de. Doctorando por la Universidad Complutense de Madrid; catedrático de Fotografía Avanzada en la Universidad Panamericana (CDMX).

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