¿Cuál es la primera criatura que nos viene a la mente al observar la nube oscura de esta imagen? ¿Quizás un gato negro con la nariz blanca, que estira las patas delanteras hacia la derecha del fotograma y apunta con la cola a la izquierda? ¿O quizá un zorro, corriendo con la boca abierta mientras dirige su mirada vigilante hacia la derecha?

Esta forma animal corresponde de hecho a una nebulosa oscura , una densa nube de polvo y gas en la constelación de Orión, el Cazador. En ella, la nariz del gato (o el ojo del zorro) está representada por el cúmulo de la nebulosa de Orión, una agrupación de estrellas cerca de la famosa nebulosa M42. La imagen se basa en datos de la primera publicación del satélite Gaia de la Agencia Espacial Europea (ESA) y muestra la densidad estelar observada mientras examinaba esa región del firmamento.

A pesar de que esta nebulosa concreta no puede apreciarse a simple vista, es posible ver nubes similares sobre el fondo brillante de la Vía Láctea desde lugares oscuros del hemisferio sur. Adivinar formas en estas nebulosas oscuras es parte de la tradición astronómica de distintas culturas, de Sudamérica a Australia, en cuyos cielos encontramos ‘constelaciones de nubes oscuras’ semejantes a diversas criaturas.

La misión Gaia, lanzada en 2013, está cartografiando más de mil millones de estrellas con una precisión nunca vista. Esta información tiene un valor incalculable para los astrónomos que estudian la distribución de las estrellas a lo largo de nuestra galaxia.

Incluso en las porciones más oscuras donde se observan menos estrellas, el meticuloso censo de Gaia ofrece información importante para estudiar la materia interestelar que bloquea su luz. Es precisamente en esas nubes oscuras de polvo y gas donde nacen las nuevas generaciones de estrellas.

El primer lanzamiento de datos de Gaia, presentado al público en 2016, contenía las posiciones en el cielo de más de mil millones de estrellas, así como la distancia y los movimientos de unos dos millones de estrellas. Astrónomos de todo el mundo esperan con impaciencia el siguiente lanzamiento de datos, previsto para el 25 de abril, que incluirá la distancia y los movimientos de toda la muestra de estrellas, ampliando enormemente el alcance del estudio anterior.

Hasta el momento, los datos de Gaia se han empleado para estudiar únicamente las regiones de formación estelar más cercanas, en un radio de varios cientos de años luz de nosotros. En cambio, los nuevos datos permitirán investigar con gran detalle regiones mucho más lejanas, como el complejo de formación estelar de Orión, situado a unos 1.500 años luz, y calcular la distribución tridimensional no solo de las estrellas, sino también de las oscuras nubes de polvo donde se originan.

jpe

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